Asuntos & cuestiones

La Iglesia perseguida

El cardenal Silvano M. Tomasi, representante en el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, afirma: "La gente está siendo atacada por no apoyar las relaciones entre personas del mismo sexo", y yo me alarmo. Quede claro que, en esto de las relaciones, no soy de buscar apoyo, soy más de tumbarme. A mi edad no está bien asumir riesgos, experimentar cabriolas ni malabares, que luego el orgasmo se va y la tendinitis se queda.
Por otro lado, creo que esta es una cuestión que cada uno soluciona de la forma que entiende más conveniente, cuando tiene poderío, y como buenamente puede en la mayoría de los casos, pero si alguien pide apoyo, es que la cosa no va bien. Estoy con monseñor en que no debe perseguirse a nadie por negarse a apoyar una relación entre personas del mismo sexo. A lo mejor, esa persona tiene algo mejor que hacer que sentarse en una silla frente a los practicantes y berrear consignas estimulantes y cánticos procaces en función de la evolución del acto.

Claro que es posible que las personas perseguidas a las que se refiere monseñor pertenezcan a ese colectivo homófobo tan extendido, y que a mí me repugna, como me han repugnado siempre quienes persiguen a los que no comulgan en su fe mientras exigen un escrupuloso respeto por sus creencias, instituciones y objetos de idolatría.
También debería reflexionar monseñor hasta qué punto el seno de su propia casa está libre de tan mefistofélica plaga cuando se obliga al celibato y, al mismo tiempo, a la convivencia a personas del mismo sexo que no son otra cosa que criaturas del Señor.

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