Asuntos & cuestiones

El exterminio de lo público

Con la decisión del Tribunal Constitucional de dejar a Bildu concurrir a las elecciones volvemos a entonar las viejas canciones, a reproducir las letanías. El rutilante partido victorioso en los sondeos dice acatar la sentencia al tiempo que clama por la impugnación de las listas y, cómo no, algunos han pedido la dimisión de Zapatero y, de paso, de Rubalcaba, por si fuera el candidato a la presidencia del Gobierno.
Nada nuevo bajo el sol, si acaso la constatación de esta reafirmación primermundista que se vive en toda Europa y que lleva a gran parte de la ciudadanía a identificarse con ideas y propuestas de extrema derecha, con el desprecio hacia lo público y a asociar la xenofobia con la legítima defensa.

A primera vista resulta paradójico que la masa salarial (que ignora serlo porque tiene debajo otra clase social de braceros: los que hacen las zanjas mientras ellos trabajan en oficinas) se ponga en manos de aquellos que, según la Historia, les causarán mayor quebranto. La explicación tiene su origen en la pedagogía ambiental que se respira en los países desarrollados donde los pobres, incluso ahora en tiempos de crisis, son minoría. Eso sí, una minoría creciente, un lastre del que algunos que se llaman liberales prometen librarles a través de los recortes sociales, esos gastos revisables que no hacen más que dar alas a los parásitos para abundar en su desidia, y que ejercen un perverso "efecto llamada" en las hordas famélicas que vienen a robarnos el trabajo.
Eso se vota.
Ya despunta el día de los señoritos, en España empieza a amanecer.

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