Asuntos & cuestiones

Mensaje en la botella encontrada en Totana

Cambian los tiempos, cambian los iconos. La tradicional zanahoria que perseguía el burrito, sofronizado por una quimera inalcanzable que le hacía emprender un camino sin meta, se ha sustituido por una pelotita que alguien golpea y todos siguen enajenados. La idílica imagen de un campo de golf rodeado de casitas se ha convertido en la nueva estampa de la paz, del desarrollo, del olimpo. La transformación de un pedregal desértico donde jamás se escuchó correr el agua en un vergel de lujo donde la hierba y las flores brotan por doquier, recuerda el sueño del sultán que dormitara en los jardines de la Alhambra al arrullo de las fuentes y los movimientos sicalípticos de vientres perfumados. Quién no cambiaría un desierto por el jardín del Edén.

A ello se han dedicado muchas autoridades municipales. Su éxito electoral es asombroso. Sus conciudadanos agradecen la iniciativa que transformará su tradicional secano en fértil regadío. El agua es lo de menos. Las previsiones de incremento de la desertización que señalan, concretamente, el sureste de España como uno de los puntos donde más va a afectar el cambio climático no son sino cantos de agoreros que sólo conciben el líquido elemento para aguar fiestas. Y los emprendedores de la política que militan en el partido de la manga ancha afilan sus lenguas y preparan sus cuentas corrientes. Todos sacarán tajada. El voto está garantizado. La corrupción también. Participemos de esa orgía de descontrol y engaño, si lo generalizamos, la justicia se desbordará y mirará para otro sitio. Marbella somos todos. En Murcia, una tercera parte de los cargos municipales del PP están envueltos en casos de corrupción. Su jefe regional los ampara. En Génova callan. Que alguien nos proteja, por favor.

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