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La Navidad: no vale resistirse

Llevo quince días oyendo que los precios de la zampa no han subido, sólo las angulas, que están a más de mil euros. Bueno, no pasa nada por cambiar el contenido del bocata unos días. La cosa acojona porque hasta el año pasado, la subida empezaba la semana de antes. En los informativos de la televisión daban una nota aconsejando a los consumidores que compraran a mediados de mes, que las cosas eran más baratas, y congelaran la mercancía, cosa que hacían, y supongo hacen la mayoría de los mortales, de modo que los sonrientes y bigotudos langostinos llevaban la impronta de Walt Disney, como los regalos de los niños. Las navidades comenzaban cuando daban vacaciones a las criaturas, y sólo se intuían con antelación porque en mitad de la emisión de una película guarra, aparecían anuncios de la Barbie, o de unos burritos rosas de largas crines albinas que al entrar en un momento tan inoportuno, con el cerebro polarizado, en lugar de provocar ternura, incitaban a la zoofilia.

Ahora nos informan jubilosos de que el atraco no ha empezado. Tampoco contábamos con ello, por lo que uno sospecha que lo quieren ampliar y que además de pagar el doble por cualquier cosa, con la excusa del nacimiento, vamos a pagar también durante el embarazo. La verdad es que entran ganas de proclamar: "Oiga, que el niño no es mío", pero no serviría de nada porque frente al delito siempre hay una buena coartada, y ésta del nacimiento, funciona que
no veas, de toda la vida. Lo único que no sube es la bebida, lo que garantiza una peonza generalizada. Las cámaras ya están repletas de corderos, alfajores y pavos, comprados a precio de saldo, para ser vendidos a precio de oro. Así es el libre mercado, dichosos los llamados a esta cena.

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