Asuntos & cuestiones

Cuando la xenofobia da votos

Al inventar un pacto según el cual los inmigrantes se verán obligados a pagar impuestos, a cotizar a la seguridad social, o a respetar las leyes de nuestro país (entre otras la obligatoriedad de tener un contrato para poder trabajar), se insinúa que esto no ocurre ahora. Lo paradójico es que tan brillante idea se presente en grandes convocatorias ante miles de militantes cuando, en realidad, debería hacerse en el foro apropiado: en cualquiera de los desayunos, conferencias o entrevistas con destacados miembros de la CEOE (Confederación Española de Organizaciones Empresariales), que aglutina a la práctica totalidad de los empresarios españoles. Allí se les debería exigir que no abusaran de la situación de alegalidad de estos desgraciados para comportarse como esclavistas, en pleno siglo XXI, y obtener así beneficios astronómicos desde la inmoralidad y el delito. Es de un cinismo aterrador plantear el debate como si la responsabilidad fuera del que se ve obligado a aceptar la explotación y la voracidad del empresario por necesidad. Si el señor Rajoy, con su planteamiento, da a entender que los empresarios son unos chorizos explotadores, pues que lo diga, alto y claro. Pero lo que pretende es volver a los trabajadores españoles contra los inmigrantes, que se peleen entre ellos, mientras los empleadores sacan tajada de esta subasta a la baja inmoral y carroñera. Si quiere que se cumpla la ley, que apele a los jueces, la inmensa mayoría pertenece a una asociación afín a su partido. La verdadera delincuencia no está en los niños de 12 años, sino donde, sin querer, apunta el señor Rajoy al culpar a las víctimas de la explotación de ser agentes de desestabilización e inseguridad. No son ellos los chorizos, usted lo sabe.

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