Balagán

El espía del Mosad

En la entrada anterior -"Alemania e Israel"- comentaba que Alemania hace absolutamente todo lo que le pide Israel, y lo hace, como también Estados Unidos, incluso aunque vaya en contra de sus propios intereses. Hace unos años dos profesores estadounidenses escribieron The Israel Lobby, un libro muy documentado que justamente denuncia la entrega completa de la administración norteamericana a Israel en detrimento de los intereses norteamericanos. En otras palabras, sostienen los dos profesores, la política exterior de Washington viene dictada por la voluntad de Israel a costa de los intereses norteamericanos. En Alemania ocurre cuatro cuartos de lo mismo.

Hoy tenemos un nuevo ejemplo en este sentido. Se trata del caso del presunto espía del Mosad Uri Brodsky que fue detenido recientemente en Polonia. Todo indica que polacos, alemanes e israelíes han orquestado un cambalache en torno a Brodsky para ignorar las sospechas de espionaje que pesan sobre él, y aun otras sospechas peores. Un juez polaco ha decidido extraditarlo a Alemania pero únicamente para que sea juzgado por "falsificación de documentos" y no por "espionaje". La diferencia es substancial. La pena por "falsificación de documentos", dice el Yediot Ahronot, "es de sólo 2000 euros", mientras que la pena por espionaje podría ser mucho mayor.

Los tres países en cuestión parecen haber "resuelto" el asunto en la sombra y por la vía rápida, de una manera no perjudicial para Israel. Los israelíes, por supuesto, están encantados. No sólo han hecho que Alemania pase otra vez por el aro, sino que también han conseguido lo mismo de Polonia. Según informaciones aparecidas en las prensa israelí, Brodsky podría estar implicado de alguna manera en el asesinato del hombre de Hamas Mahmud al-Mabhuh, ocurrido en un hotel de Dubai en enero último, pero esto tampoco parece interesarle a la justicia de Polonia o Alemania. Ambos países han optado por lavarse las manos e Israel ha mostrado, una vez más, que está por encima de la ley.

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