Balagán

Bahrein

Bahrein es un diminuto país del golfo Pérsico, una isla que durante los últimos dos siglos ha estado gobernada por una dinastía sunní. El problema es que los sunníes son minoria en Bahrein pues solo representan el 30 por ciento de la población. La mayoría, el 70 por ciento, son chiíes, la religión mayoritaria en Irán, y sufren serias discriminaciones.

Ayer el rey de Bahrein declaró la ley marcial. Esto significa que el Ejército será responsable de lo que ocurre en el país y que los militares deberán encargarse de aplastar las protestas chiíes que se iniciaron en febrero. Dentro de los chiíes hay dos corrientes. La primera pide el establecimiento de una monarquía constitucional, donde el parlamento, un parlamento representativo, dicte la política del país. En otras palabras, quieren más democracia. Una segunda corriente directamente exige el final del régimen y la creación de una república.

Para complicar más las cosas, el lunes Arabia Saudí y los demás países del Consejo de Cooperación del Golfo, enviaron a más de un millar de soldados a Bahrein. Todos estos países -Arabia Saudí, Omán, Kuwait, los Emiratos Árabes Unidos y Qatar- son de mayoría sunní. Entre los sunníes es muy frecuente encontrar cierto odio religioso hacia los chiíes. Arabia Saudí, por ejemplo, no puede ver ni en pintura a Irán, pero tampoco a los chiíes libaneses ni a los sirios.

Este sectarismo es uno de los peores males de la región, y arroja un nubarrón oscuro sobre el futuro de Bahrein. Mientras la religión sea un componente básico de la sociedad, estaremos ante una situación complicada. Y, desgraciadamente, esto es algo bastante corriente en Oriente Próximo.

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