Balagán

La hora de Siria

Escribo estas líneas unas horas antes de la oración del mediodía del viernes, y siento una gran curiosidad por ver qué ocurrirá después de la plegaria en Damasco y en las demás ciudades sirias. Sería fantástico estar en la gran mezquita Omeya, pero las autoridades sirias han decidido que por el momento no darán visados a los periodistas.

El mundo árabe está cambiando rápidamente. Los regímenes autoritarios, o algunos de ellos, para ser más exactos, se están desmoronando. Ha ocurrido en Túnez y en en El Cairo, y las miradas están puestas ahora en otros países, y especialmente en Siria.

Todos, o muchos, querríamos que en Siria hubiera una democracia homologable con Occidente, pero ¿se dan las circunstancias sociales, culturales, económicas y religiosas para ello? Me gustaría que así fuera, aunque tengo mis reservas, lo mismo que con Egipto. El referéndum que el sábado se celebró en Egipto ha sido ganado por mayoría aplastante por islamistas y mubarakistas. Los jóvenes y los liberales que dieron paso a la revolución han sido los grandes derrotados, y ahora se ha puesto en marcha un proceso cuyo final, en un amplio sentido, desconocemos.

El gobierno sirio anunció ayer un paquete de medidas reformistas, unas medidas que tal vez lleguen demasiado tarde para salvar al régimen. Las medidas debían haberse tomado antes, hace ya algunos años. Los niveles de corrupción que ha alcanzado el país son enormes, y no desde el año pasado, sino casi desde la misma llegada del Baaz al poder en los años sesenta.

Habrá que ver ahora si el pueblo sirio le da otra oportunidad a Bashar al-Asad. No se debería haber llegado a esta situación. Hoy, tras la oración del mediodía, veremos por fin cuál es el veredicto del pueblo.

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