Un informe interno de la Oficina del Inspector General del departamento de Estado del que ayer se hacía eco Haaretz corrobora algo archisabido: que Estados Unidos no tiene ninguna capacidad de maniobra en lo tocante a Israel y que ha perdido cualquier atisbo hipotético de persuasión con el Estado judío en el inexistente proceso de paz.

Del informe se desprende que los diplomáticos estadounidenses destinados en Tel Aviv carecen de entusiasmo por su trabajo y son incapaces de defender la política que el presidente Obama ha querido aplicar a Oriente Próximo durante los dos años y medio que lleva en la Casa Blanca. La Embajada en Tel Aviv ha "fracasado totalmente en sus esfuerzos de relaciones públicas durante la administración Obama", recalca el Harretz.

La Embajada de Estados Unidos en Tel Aviv, como el Congreso y el Senado norteamericanos, hace tiempo que han dejado de defender los intereses de Estados Unidos cuando anda por medio Israel. Y el espectáculo que estamos observando en los últimos años permite decir que lo mismo ocurre con la Unión Europea.

"Una frágil coalición de gobierno en Israel se inclina hacia las percepciones de sus miembros de la derecha nacionalista y religiosa", indica muy discretamente el informe del departamento de Estado. Y esto "crea un desafío para los diplomáticos (estadounidenses) que quieren recabar apoyo para las políticas de Estados Unidos".

Además, el informe revela una "fotografía problemática de la actuación de la Embajada de Estados Unidos en Israel". Esto es algo obvio, pero no deberíamos reducirlo al periodo de la administración Obama, pues se inició mucho antes. Además, algo semejante, si no idéntico, puede decirse de las representaciones europeas en Tel Aviv.