Balagán

Otoño en Teherán

En 1992 Yitzhak Rabin pronosticó que en el plazo de diez o quince años Irán obtendría la bomba atómica y que entonces a Israel no le quedaría más remedio que retirarse de los territorios ocupados y hacer la paz con los árabes.

Desde aquella profecía han pasado veinte años durante los que Irán ha desarrollado su programa nuclear, un programa que según los iraníes es civil y pacífico. Los líderes espirituales de la revolución islámica aseguran que Irán no tiene intención de construir ninguna bomba atómica, que están en contra de las bombas atómicas y que quieren un Oriente Próximo limpio de ellas.

El único país de la región con bombas atómicas es Israel, que es precisamente el que lidera la lucha contra Irán, el que presiona a Estados Unidos y a Europa para que impongan duras sanciones contra Irán, sanciones que están causando una vertiginosa devaluación de la moneda iraní y la escasez de alimentos, así como la carestía de todos los bienes en general.

Los informativos de la televisión israelí han pasado ampliamente las imágenes de las últimas protestas en Teherán, y pronostican un otoño muy caliente en ese país.

Uno de los viceprimeros ministros de Israel, Dan Meridor, se reunió el miércoles en París con Laurent Fabius y pidió a Francia que impulse más sanciones contra Irán. Si como parece, las sanciones se intensifican en las próximas semanas y meses, lo más probable es que la estabilidad en Irán entre en crisis, y hasta es posible que el régimen se tambalee.

Las ofensivas contra Irán y Siria forman parte del mismo paquete de acciones que han sentado en la misma mesa a Israel, Estados Unidos y los países árabes sunníes, especialmente Arabia Saudí. Todos ellos comparten el mismo interés por acabar con los regímenes chiíes de la región y crear una zona conservadora de raigambre sunní.

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