Balagán

Fundamentalismo en Egipto

Las continuadas protestas de los liberales, la izquierda y los seguidores de Hosni Mubarak han conseguido que Mohammed Morsi cancele el decreto del 22 de noviembre que ponía al presidente por encima de la ley.

La situación que se crea es compleja puesto que sitúa a la presidencia, que es la única institución que ha sido elegida democráticamente, por debajo de los jueces designados por Mubarak, unos jueces que durante años han aplicado la ley como han querido y sin respetar los mínimos baremos democráticos, y que, no lo olvidemos, están en contra de Morsi y de los Hermanos Musulmanes.

La oposición se ha salido con la suya en este asunto y ha vuelto a colocar a Morsi a la merced de unas personas de dudosa integridad. Esta alianza entre liberales y seguidores de Mubarak, impensable hace solo unos años, es preocupante.

Morsi, sin embargo, mantiene la fecha del 15 de diciembre para la celebración del referéndum constitucional, cuyo texto no ha sido consensuado con la oposición sino que es un traje a medida de los islamistas.

La oposición rechaza el texto diciendo que no es plural. Desde luego no es un texto liberal, pero es que los fundamentalistas, que disfrutaron de una holgada mayoría del 70 por ciento en las elecciones legislativas anuladas por los jueces de Mubarak, no son liberales.

Debería haberse previsto con anterioridad. Donde hay fuertes injerencias del fundamentalismo no hay democracia, aunque se vaya a las urnas y los comicios sean limpios, como ha ocurrido en Egipto. La mayoría, una amplia mayoría, si nos atenemos a los datos de las urnas, no desea una democracia liberal, y de ahí los resultados de las elecciones legislativas y presidenciales.

El ambiente está muy caliente y no se puede descartar que los jueces vuelvan a las suyas y dictaminen que el referéndum es ilegal, lo que complicaría más las cosas.

En cualquier caso, y ocurra lo que ocurra el día 15, todo indica que el clima político se está deteriorando con rapidez y que esta situación puede degenerar en un conflicto permanente sin otro final que una intervención del ejército de Mubarak.

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