Recomendación semanal: una serie para ver despacio

Rae con sus 16 años y sus más de 100 kilos, vuelve a su pequeña ciudad en Lincolnshire después de haber estado ingresada unos meses en un centro psiquiátrico. Corre el año 1996, y Rae duda de si realmente va a poder a rehacer su vida. Chloe, personaje que interpreta la ahora famosa Jodie Comer (Killing Eve) es su mejor amiga de la infancia, pero en los últimos años Rae y ella han estado desconectadas, así que el interés de Chloe de retomar la amistad, extraña y poner feliz a partes iguales a nuestra prota. Chloe es la popular, la heteronormativa, la risueña, mientras que Rae es solo conocida por su peso. Ni siquiera nadie la ha echado de menos los meses que ha estado internada.

Bajo la mentira de que, en realidad, ha estado en Francia, se adentra en la pandilla de Chloe, formada por chicos y chicas que para Rae son inalcanzables. Está segura de no encajar, pero lo intenta fingiendo todo el tiempo ser quien no es.

Hablamos de My mad fat diary, que al igual que Crazy Ex-Girlfriend, no usan el mad ni el crazy en vano. Ambas series tratan, cada una a su forma, los trastornos y enfermedades mentales. En la primera, hay menos humor que en la segunda, pero ambas consiguen lo mismo: sin dejar de patologizar lo que es patológico, consiguen desestigmatizar algo tan común y a la vez tan desconocido y ocultado. Ambas series se empeñan en no quitarle la importancia que tiene, no pretenden frivolizar ni hacer ver que es fácil o sin importancia, y llevan la atención a lo importante: hay que hablar de algo que tantas personas sufrimos, porque al obstáculo que supone vivirlo, se le suma algo que a veces es hasta peor: tener que ocultarlo.

En My Mad Fat Diary, cada personaje está mejor hecho que el anterior. No sólo se disfruta la trama, los diálogos o los hilos paralelos, sino la interpretación de las actrices y actores que, a pesar de ser muy jóvenes, demuestran en cada episodio haberse empapado de la complejidad de sus papeles.

Una parte de esta serie, sin hacer spoilers de en qué momento concreto, te pone un espejo delante para recordarte, además, que todos somos gordofóbicos, independientemente de nuestro peso. Y que lejos de la excusa de "preocuparnos" por la salud de las personas obesas, lo que sentimos es un rechazo construido en base a los cánones patriarcales, un rechazo por lo meramente estético y no por ninguna otra razón. Cuando lleguen a esa parte sabrán perfectamente cuál es. Espero que la disfruten en su totalidad.

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