De quién es la culpa

Llevamos un año donde la pandemia lejos de disminuir la violencia machista ha hecho que desciendan las denuncias. La pedofilia, y por tanto la pederastia que genera contenido, se ha multiplicado, "el empleo femenino ha retrocedido más de 10 años y los cuidados se triplicaron en algunos países (de América Latina)" como cuenta María Noel Vaeza. También en países como Estados Unidos y España, la brecha en el empleo ha crecido.

El feminismo tiene mil frentes abiertos y otros que le sobrevienen. Creímos que con feministas en el poder, las cosas cambiarían, que las mujeres experimentaríamos en nuestras propias carnes algún alivio, algún escalón menos, algún camino allanado, pero lo cierto es que no solo ha sido así, sino que el Ministerio que prometía pelear por la igualdad y mejorar las vidas de las mujeres, cosa que mencionó en cada campaña, en cada vídeo, en cada cartel, está embarcado en algo ajeno a nosotras, y que encima nos perjudica. Y no solo a nosotras. Y no poco, precisamente.

Las familias monomarentales, que así hay que llamarlas porque más del 80% de ellas tienen a una mujer al frente, están empobreciéndose a pasos agigantados, así lo publica el propio Instituto de la Mujer.

No voy a seguir con la lista porque además de eterna, ya nos lo sabemos todo.

Una vez decepcionadas de partidos antiguos y nuevos, las feministas que no somos de Madrid, respiramos aliviadas porque no tenemos que votar. Las madrileñas se las ven y se las desean. Así es siempre, en realidad, votar con la nariz tapada. Esta vez es peor, no es suficiente taparse la nariz.

El "Que viene Vox" ha funcionado mucho tiempo, nosotras mismas lo hemos dicho, pero es una frase que empieza a usarse como chantaje emocional. La tensión es tal que criticar la misoginia en Podemos es sinónimo de recibir críticas porque "Que viene Vox". Que Podemos mantenga en el cargo a un concejal que agrede verbalmente a sus propias compañeras no hay que ni mencionarlo. Que Podemos cese a la responsable de Feminismo en un ayuntamiento por pedir, literalmente, debatir internamente una ley que las feministas vienen denunciando de forma masiva, también hay que callarlo. Ya no solo hay que dejar de reclamar lo que prometieron y no hicieron, es que el machismo en sus decisiones tampoco ha de ser objeto de crítica.

La crítica se hace siempre a las incómodas que denuncian que el emperador va desnudo, no es nuevo. La crítica nunca va hacia el emperador, no se le grita "oiga, póngase un traje de verdad, que le estamos viendo hasta las ideas". No. Hay que seguir fingiendo que no hay nada mal, no hay que ponerle un espejo delante, que ni él mismo sospeche que está haciendo el ridículo. Luego llegan los sondeos, que algo de reflejo hace. Y, vaya, parece que sus propios votantes están hasta las narices de verle las vergüenzas al emperador. Y lejos de vestirse, el emperador se las ingenia para seguir siendo emperador. Un "Es que si me visto viene Vox". Y las gradas ovacionan. "Valiente", "sacrificado", "estratega".

Más allá de a quién nos veamos obligadas a votar, creo que las feministas tenemos que seguir siempre denunciando y reclamando. Allí donde podamos estar. En las redes pero también en la calle. Seguir organizándonos, juntándonos y pensando de forma colectiva. Así es como se conquistan derechos. Porque los avances en igualdad jamás se consiguen gracias partidos o políticos con nombres y apellidos, sino gracias a las mujeres que reclaman, que se organizan para ejercer presión donde hay que ejercerla. Nadie nos dio el derecho al aborto, al divorcio, al acceso a la educación, a nada. Fueron conquistas de las mujeres, fueron derechos tomados, no concedidos. La lucha, la pedagogía y la vehemencia feminista lo puede todo, pero el patriarcado siempre está al acecho para hacernos retroceder. Y ante cualquier crisis, como alertó Simone de Beauvoir, serán esos derechos los que estén en peligro. No solo tenemos que pelear por lo que queda, sino por mantener lo conquistado.

No dejemos nunca de reclamar lo que es nuestro por miedo a empeorar la situación. Si la situación empeora no será culpa de quienes pelean, nunca. Que deje de ser tan efectiva la culpa que siempre, siempre, siempre intentan echarnos a la espalda. La culpa de que el fascismo avance jamás será responsabilidad de quienes más lo combaten.

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