¿Qué significa "separar la obra del artista"? Pues depende

¿Qué significa "separar la obra del artista"? Pues depende
La creadora de Harry Potter, JK Rowling.- AFP

Uno de los mantras que ha vuelto (esta vez de forma masiva) con la ola del #MeToo es ese de "hay que separar la obra del artista". Suena la voz del patriarcado en tal afirmación.

¿A qué se refieren realmente quienes repiten este —ya casi— eslogan del sistema? A que quieren seguir escuchando la música de violadores sin sentirse juzgados. Quieren poder hacer homenajes a Maradona (porque por lo visto no era futbolista, sino artista) aunque hayan visto con sus propios ojos cómo apalizaba a su pareja. Quieren seguir yendo a los estrenos de Woody Allen y a la vez, no toparse críticas sobre esto, aunque no sean ni directamente contra ellos, sino contra el concepto mismo de apoyar a delincuentes. Podríamos sumar a la lista todo tipo de agresores sexuales famosos, que siguen recibiendo premios, levantando estadios, siendo nominados a premios mundialmente conocidos, etc., pero no hace falta, todas sabemos dónde han quedado las consecuencias del #MeToo: en las sombras, junto a sus víctimas.

Este mantra de separar la obra del artista tiene un significado vacío, o lo ha tenido hasta hace poco. Porque no iba acompañado de una acción real que separara la obra del artista. Las obras han seguido siendo consumidas con sus autores al frente, con los agresores en los escenarios, platós y campos de fútbol, con los caretos de los susodichos en las contraportadas de sus libros, con sus firmas de libros, de discos, con sus nombres bien grandes en las promociones de sus películas o series y, por supuesto, con sus cuentas corrientes hinchándose casi tanto como su misoginia. "Separar la obra del artista" ha sido siempre una frase que no significaba nada.

Ahora bien, esto ha sido así porque los agresores han sido siempre hombres. Ahora, no es que haya ninguna mujer agresora ni violadora ni asesina, ahora, la novedad, es que hay una escritora mundialmente conocida y reconocida por su amplia e inteligente creación, J.K. Rowling, la autora de Harry Potter, que un día en Twitter se le ocurrió apoyar a Maya Forstarter, una mujer que fue despedida por decir que "el sexo biológico no puede cambiarse". Mujer que consiguió ganar el caso en la apelación.

Vístete como quieras.
Llámate como quieras.
Acuéstate con cualquier persona adulta que te acepte.
Vive tu mejor vida en paz y seguridad.
¿Pero obligar a las mujeres a dejar su trabajo por afirmar que el sexo es real?

Desde este tuit, su vida al completo dio un vuelco de película de terror. Recibió y recibe acoso masivo, amenazas de muerte y de violación, boicot contra su obra y, lo último, el mes pasado, la publicación de su domicilio en redes sociales. J.K. Rowling (y todas) hemos visto cómo sus menciones se han llenado día tras día de penes erectos, de vídeos con la quema de sus libros... de un odio sin precedentes, en resumen. Ella, como toda respuesta, escribió este texto, aquí traducido.

Este, a continuación, es el segundo tuit por el que volvió a recibir oleadas de violencia:

"¿Personas que menstrúan? Estoy segura de que hay una palabra para esas personas. Que alguien me ayude. Wumben? Wimpund? Woomud?". (Haciendo referencia a la palabra women, "mujeres" en inglés).

Ahora, en el 20º aniversario de su propia obra, Rowling no estará en el estreno de HBO Max de Harry Potter 20th Anniversary: Return to Hogwarts. Encontrarán esta noticia contada de mil formas, siempre haciendo alusión a supuestos "mensajes de odio contra la comunidad trans", "tuits contra las personas transgénero" e incluso "posición en contra del feminismo". Pero no encontrarán el porqué esos mensajes son antitrans (sobre todo teniendo en cuenta que parte de las personas trans piensan como ella, y así lo han manifestado), o por qué son antifeministas (teniendo también en cuenta que las feministas, yo incluida, defendemos la categoría sexo igual que ella, y somos abolicionistas del género, también como ella). La historia del feminismo en sí misma es abolicionista del género. Pero eso no importa cuando, de unos años a esta parte, han surgido voces que reivindican una teoría (la queer, y se llama teoría queer porque es imposible ponerlo en la práctica) que pretende blindarlo. Voces que, por su valor patriarcal, copan ahora todos los medios de comunicación escritos y audiovisuales.

Parece que el patriarcado le ha dado sentido a aquello de separar a la obra del artista, o mejor dicho, de la artista, porque es claro y contundente que no es lo mismo ser hombre artista que mujer artista.

Separar la obra de la artista es esto. Despojar a una mujer de su propia creación, una mujer que, además, tuvo que poner su nombre en siglas para poder escribir y publicar, porque era mujer y eso no vendía, una mujer superviviente de la violencia machista que ha puesto, y sigue poniendo con sus libros, conciencia feminista en las mente de millones de niñas, adolescentes, niños e incluso personas adultas a lo largo y ancho del mundo. Una mujer con un compromiso con el feminismo en el que no caben dudas. Pero sobre todo eso, al final, solo una mujer. Y la violencia, el acoso, la invisibilización, las amenazas y el aislamiento propios de nuestro sexo.

Absolutamente ningún hombre, jamás, haya hecho lo que haya hecho (que no opinado), ha recibido ni la mitad de odio, misoginia y censura que ha recibido y sigue recibiendo J.K Rowling. También por parte de los actores y actrices que se hicieron famosos gracias a su obra, e incluso de los propios trabajadores de su editorial, que pidieron no volver a publicar sus libros.

Esto, más que separar la obra de la artista, es hacer como si la obra se hubiera creado sola. Se pretende la inexistencia de J.K. Rowling. La han hecho desaparecer para recibir el crédito por su creación, a la vez que la exponen en redes sociales para publicar sus datos privados, para hacer que pase miedo, que salga de su casa mirando a todos lados. Me imagino cuántas veces se habrá arrepentido esta mujer de decir que el sexo biológico existe, por pensar que las mujeres tenemos experiencias específicas por nuestro sexo, que el género se construye en base al sexo de las personas y lo arrastramos toda la vida.

Ella misma saca la única conclusión posible a lo que sufre (entre otras muchas despedidas, canceladas, perseguidas y violentadas).

"Feminazi", "TERF", "puta", "bruja". Los tiempos cambian. El odio a las mujeres es eterno.

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