Stripper para despedida de soltero cerca de mí

Quizás has llegado a este artículo porque has usado palabras parecidas para tu búsqueda en Google. Quizás tienes que organizar una despedida de soltero y están living con la idea de alquilar el cuerpo de una mujer para entregarlo como ofrenda al colega que se va a casar, tan hetero como tú, y al resto de amigos, igual de heteros. Muy heterosexuales todos. Muy hombres. Muy machos. Y, ¿qué puede uniros más ese día que el sobeteo de una mujer que no os desea? ¿Qué puede haber más hilarante y a la vez más masculino que rodear entre veinte o treinta a una chica que no haría algo así ni en vuestros sueños si no le hiciera falta la pasta? Pocas cosas hay, si yo lo sé, te entiendo...  Quizás, solo una cosa sería incluso mejor pero, por algún motivo, has descartado a las mujeres prostituidas y estás buscando solo una stripper. Así que apartemos ese tema incómodo de la prostitución para entrar en el meollo de la cuestión que te trae aquí.

Tú te dirás que las amigas de la novia seguramente contraten a un stripper hombre. ¿Qué tendría de malo, entonces, que vosotros hicierais lo mismo? Es igualitario el asunto: los hombres contratan a una mujer y las mujeres contratan a un hombre. Lo mismo. Exactamente lo mismo. Y, sin embargo, con suerte, algo te está rechinando al decirlo. Te explico yo, como mujer, por qué no es lo mismo, que igual no encuentras las palabras.

Imagínate que eres un stripper que hace despedidas de solteras. Me juego lo poco que tengo a que lo primero que te invade es una tremenda vergüenza. ¿Bailar mientras te desnudas? ¿Un montón de mujeres observando cómo te contoneas? Dios, qué bochorno. Tendrías que vértelas muy mal para humillarte así. Llegado el caso de mucha necesidad, lo harías, claro. Necesitarías, eso sí, coger confianza con tu aspecto, entrenar, ponerte cachas. Y luego... pfff, quizás buscar consejos para hacerlo de forma que no parezcas poco masculino. De hecho, tu baile en los pubs, como el del resto de colegas, se limita a menear un poco la cabeza, quizás los hombros si la música te peta por dentro. Pero, che, para quieto, que empieza uno dejándose llevar y acaba pareciendo lo que no es. Pero, volviendo, que sí, que llegado el momento, si las facturas aprietan, ¿quién sabe? Sería caer bajísimo, sin duda una de las últimas cosas que harías, pero antes que morirte de hambre, seguro que sí, que te metes a stripper. Legítimo.

Ahora vamos con el caso de una mujer, que tú estás seguro de que es lo mismo, esto es, una chica que decide hacerse stripper. Yo misma, por ejemplo. Si yo pienso en esa opción, lo primero que me invade es el miedo. Tú, en el ejercicio de imaginación que acabas de hacer, ni habías pensado en ello. Estabas lejísimos de sentir miedo. Tus contratadoras serían mujeres, ¿qué es lo peor que podría pasarte? ¿Que una bebiera de más y se pusiera pesada? En mi caso, mis contratadores serían hombres. Hombres acompañados por otros hombres. Yo sería la única mujer allí. A puerta cerrada y sola frente a un grupo indeterminado de tipos que beben y esperan que esa noche pase de todo, que sea memorable, porque un amigo no se casa todos los días y ha de "abandonar la soltería" por todo lo grande. Porque acaba su libertad, jaja. Lo que ocurre, es que siempre que los hombres queréis pasar un momento inolvidable, lo que hacéis es involucrar a una mujer (o varias) de una u otra forma.

Conque allí estamos, tú desnudándote en tu despedida y yo en la mía. Tú pensando que igual alguna cae, yo, por mi parte, compartiendo mi ubicación con mi hermana y mi mejor amiga antes de entrar. Tú intentando no pasar vergüenza, que las primeras veces es inevitable, pero bueno ya te acostumbrarás. Yo, para cuando me voy quitando la ropa ya tengo en el radar a los peligrosos. A los que se les ve venir. Si hay un hombre incómodo, ten por seguro que lo he detectado también: con suerte ese será mi aliado en caso de que la cosa se tuerza. Tú esperando no decepcionar, que se lo pasen bien, que tu ego se vea inflado. Yo esperando, en primera instancia, que no me agredan sexualmente, y  en general, que no me maten. Seguro que mis contratadores ya han bromeado con esa posibilidad. "Cuidao, no vaya a pasar lo mismo que en Very Bad Things". Que mira que tiene años esa peli, y ahí sigue en todas las cabezas. Sobre todo en las vuestras, porque fue unas risas esa peli.

Tú podrías decirme que esto de las strippers se ha hecho toda la vida y sin tanto dramatismo. Yo te diré que, en todo caso, vosotros lo habéis hecho toda la vida. Y sí, es que el machismo es así, muy antiguo, más incluso que las strippers. ¿De dónde iba a salir una actividad semejante si no, precisamente, de un mundo profundamente machista?. Pero definitivamente sí, se ha hecho con todo ese dramatismo (para nosotras). Un drama invisible para ti, porque eres un hombre. Por ejemplo, yo no voy a saber nunca, y mucho menos a explicarte, cómo es un dolor de huevos. No te voy a decir que no es para tanto cuando te den una patada, porque no tengo huevos y por lo tanto nunca me han dolido. Solo tú puedes saber lo que duele, y empatizar hasta el tuétano cuando le duele a otro. Nosotras no te negamos que el dolor de huevos sea para tanto, pero vosotros cuestonáis constantemente nuestro miedo, una sensación que hemos sentido absolutamente todas en esta otra mitad del mundo. El miedo es nuestro compañero de viaje y solo nosotras sabemos cómo es tenerlo atravesado. Una sensación que tiene el epicentro en la posibilidad de que vosotros, los hombres, nos hagáis daño. Y si lo sentimos al caminar a solas por la calle, al entrar en el portal o al salir del metro, imagínate en la boca del lobo, amigo. Imagínate en una situación donde hay muchos de vosotros y solo una salida (que ninguna mujer perderá de vista nada más entrar). Y no solo un grupo de hombres, sino un grupo en modo festivo (el peor modo, donde más miedo dais cuando sois muchos, especialmente si no hay más testigos que vuestros ojos).

Las strippers no parecen tener miedo, dirás tú. Y si te pones, las mujeres prostituidas tampoco. Pero, al final, eso es algo que solo puedes suponer. Estoy segura de que piensas también que tu hermana, tu madre o tu novia, por ejemplo, tampoco parecen tener miedo por la calle. Y, sin embargo, lo tienen. Muy diferente es el haber aprendido a convivir con él. Y es que lo sentimos desde que tenemos uso de razón. Porque todas nosotras, todas, tenemos experiencias que demuestran que ese miedo no es un sinsentido: a todas nos han agredido, nos han tocado, no han metido la lengua en la boca, no han coaccionado. En mayor o menor medida, a todas nos habéis hecho sufrir alguna violencia. Y sí, también dentro de casa. Las cosas más dolorosas y más graves, de hecho, suelen ser en el hogar, pero de eso hablamos otro día, si quieres.

Los hombres y las mujeres no seremos iguales cuando hagamos exactamente las mismas cosas. La meta que queremos conseguir las mujeres no pasa por nosotras suplantando roles masculinos (como contratar a un stripper) y/o trataros como vosotros nos habéis tratado a nosotras lo largo de toda la historia. La igualdad, esa palabra que seguro que has usado en algún momento para defender la idea de alquilar el cuerpo de una mujer ("ellas también contratan strippers, lo mismo es"), pasa por que los hombres dejéis de vernos a nosotras como objetos y comencéis a considerarnos como sujetos. Porque cuando un grupo de amigas contrata a un stripper no dejan de verlo, jamás, como un sujeto. Por eso nunca escucharás que un grupo de mujeres ha amordazado y violado a un hombre. Y por eso si te digo "violaciones grupales" tú ya sabes que hablo de hombres violando a una chica, y nunca al revés. Por eso, ser hombre y stripper no es ningún riesgo para vosotros. Y por eso sí lo es para nosotras. Parece que la excusa de "lo mismo es", se ha ido por el desagüe.

Y porque nosotras os vemos como sujetos no sabéis qué es tener miedo a una violación. Y por vosotros tomarnos como objetos nos violáis. Por eso los puteros sois los hombres, y las mujeres las prostituidas. Por eso, también, las mujeres y niñas son maltratadas a lo ancho y largo del mundo, y los hombres quienes ejercen ese maltrato.

No queremos comenzar a maltrataros, violaros y comprar vuestros cuerpos para que, por fin, seamos iguales. Simplemente queremos que no os creáis con el derecho de alquilarnos, comprarnos, vendernos, tocarnos, invadirnos, agredirnos y machacarnos. Y para dejar de creeros con ese derecho tenéis que empezar a entender que somos tan valiosas como vosotros. Todo un reto esto último... de hecho, estáis muy lejos de conseguirlo: te recuerdo que has llegado aquí porque quieres comprar el cuerpo de una mujer. Y el motivo para hacerlo no es otro que no se te ocurre nada más gracioso y que estreche tanto los lazos con tus iguales (los hombres) que eso: involucrar a una mujer -cualquier mujer- en estas cosas de hombres que "se han hecho toda la vida".

Escucha el último programa de Radiojaputa.

Cada lunes un nuevo capítulo en publico.es