Hablemos de pornografía

Hoy me tocaba entregar una recomendación a Público. Y esto lo es, solo que no hablaré de contenidos audiovisuales. Esta vez quiero recomendar un libro que me ha tocado -casi diría "golpeado"- por dentro más que cualquier otro contenido que haya consumido en los últimos años. También lo hizo el seminario, impartido por la autora del libro. Ella es Mónica Alario y su libro (previamente tesis) se llama "Política sexual de la pornografía" (Ed. Cátedra).

Tal y como ella misma contó en el seminario (no te lo pierdas por nada del mundo), se documentó hasta la náusea (literalmente) para su tesis doctoral. El tema: la pornografía como "escuela sexual". Porque ese es el primer contacto que tienen los niños desde 8 años con el sexo: la pornografía online. Obviamente, Mónica, en su libro demuestra qué tipo de "educación" es la que reciben los niños de estas edades. Y no es sexo. El sexo y la pornografía poco tienen que ver. Y cada vez tienen menos en común, por mucho que la cultura esté pornificada y ya no sepamos diferenciar el porno de la sexualidad. Y de la tesis, al libro del que hoy hablamos.

Hasta 14 horas al día, Mónica Alario se expuso a sí misma a todo tipo de contenido pornográfico, y con todo me refiero a todo: mutilaciones, pederastia, violaciones... ella misma explica perfectamente cómo durante los años de pandemia empezó a guardar el daño en un cajón aparte, prometiéndose que atendería las heridas que esta actividad le estaba causando cuando acabara la tesis. Ese relato no lo voy a parafrasear, escúchenla a ella, mejor. Es su experiencia.

Cuando acabé este libro pensé lo mismo que había estado rondándome durante su lectura, pero con una certeza absoluta: no creo que existan muchas mujeres en el mundo que al leer este libro vayan a continuar viendo pornografía. De ningún tipo. De ninguna manera. Bajo ningún concepto. Y diría que muchos, muchos hombres, tampoco. Lo creo de verdad. No por la dureza de los visionados de Mónica, ni mucho menos, porque ya antes de llegar ahí te ha cambiado por dentro. De hecho, ella misma recomienda saltárselos si no te encuentras fuerte. El efecto en la lectora o el lector, estoy segura de que seguirá siendo el mismo.

Creo que Mónica ha hecho algo tremendamente importante por el feminismo y también por todas las mujeres, y si estoy tan efusiva con este libro es porque creo que ha escrito algo más que un ensayo, ha escrito un punto de inflexión en el feminismo español. Sabemos que hay un movimiento -autodenominado feminista- que no solo no quiere luchar contra los vientres de alquiler, ni contra el género, ni contra la prostitución, sino que coacciona y censura a quienes sí peleamos. De este mismo movimiento sabemos que del porno ni habla, ya que lo entiende como un sector más de la prostitución y por tanto son "trabajadoras sexuales", muy empoderadas todas, y no mujeres prostituidas, que llegan donde están empujadas por la miseria. Y, claro, si son mujeres empoderadas, trabajadoras sexuales, empresarias... está todo bien con eso, siguiente tema.

Sin embargo este libro no es tan fácil de esquivar. Ya va por su sexta edición en los meses que lleva publicado, y lo que le queda. Este libro ha venido para quedarse. Y yo no puedo sino darle las gracias a Mónica Alario, a quien no conozco, pero a quien me encantaría abrazar para darle unas gracias que se quedarían pequeñas y para decirle que ojalá ese cajón que carga ella sola pudiéramos llevarlo entre todas.

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