La dimisión de Íñigo Errejón, un político que defendía (entre muchos otros) la regulación de la prostitución y los vientres de alquiler en nombre del "feminismo", mientras enfrentaba acusaciones de violencia sexual en las que, qué casualidad, jugaba a ser el "putero", nos obliga a denunciar una vez más la complicidad de la izquierda institucional con la explotación sexual y reproductiva de las niñas y mujeres. (Del BDSM y la "violencia sexual consentida" hablaremos otro día).
Evidentemente, Errejón, el político que jugaba a ser putero y trataba a las mujeres como "mi puta", es sólo el humo que anuncia el incendio. La izquierda se quema. A lo bonzo. Y Errejón, como decíamos, es solo la punta visible de problemas más profundos, y uno de ellos es el que quiere enfocar este artículo: los partidos de izquierdas, en su desesperación por capturar votos sin incomodar demasiado a los intereses patriarcales, se han convertido en cómplices de prácticas esclavistas para las mujeres que se camuflan como "opciones de vida". Estamos en 2024 y tenemos acceso a todo tipo de información, datos y testimonios sobre cual es la realidad de la prostitución y los vientres de alquiler. Sabemos que son prácticas esclavistas, y por eso la lucha feminista se está dejando la piel para que estas realidades ocupen el lugar en el imaginario colectivo el espacio que todavía llenan ficciones romantizadas como Pretty Woman.
La izquierda, que tiene en su ADN defender los intereses de las personas oprimidas y de quienes no tienen un lugar de poder en las estructuras sociales, está hoy representada en España por gente con ropa cara muy empeñada en fingir que no ve la opresión que se ejerce contra niñas y mujeres. Sigue poniendo todas sus energías en hacernos creer que la explotación de mujeres vulnerables, sea en el mercado de la prostitución o en los vientres de alquiler, es progresista y hasta feminista. Por supuesto no engañan a la lucha feminista, que conoce su propia genealogía y sus tres siglos de abolicionismo. Y sabemos también que a la izquierda que viene tocando poder le resulta más cómodo callar ante la violencia sexual y reproductiva que enfrentarlas, por muchos motivos, pero principalmente por los votos (España es el tercer país del mundo y primero de Europa en número de puteros) y, en segundo lugar, por el simple hecho de que los partidos están conformados por hombres, claro. Por si alguien dudaba, sí, hablamos de Podemos, de Sumar, de Más País y de PSOE. Por desgracia no se libra ninguno. Las feministas, cabe recordar, vemos que ninguno de estos partidos llega siquiera a sacar la LOASP, Ley Orgánica Abolicionista del Sistema Prostitucional, ni para leerla por encima. Y ahí sigue dicha ley: cogiendo polvo en los cajones de esas formaciones que dicen progresistas y feministas.
Las formaciones en las que Errejón jugaba a la revolución Lacoste, mientras defendía muy convenientemente la "libre explotación" de las mujeres, o bien han evitado de forma sistemática abordar la prostitución y los vientres de alquiler o directamente han hecho apología de dichas violencias. En general, tanto en Más País, como en Sumar, en Podemos y en el PSOE, lo menos sangrante que han hecho por la explotación de las mujeres es limitarse a dejar pasar estos asuntos. Entre Sumar y PSOE, literalmente, lo primero que acordaron para formar Gobierno fue no tocar estos dos puntos concreto: ni prostitución ni vientres de alquiler. Estos dos asuntos, sin embargo, son dos de las grandes reclamaciones del feminismo, entre otros temas que también fingen no escuchar.
Las votantes de izquierdas tenemos un problema con las formaciones que dicen ser de izquierdas: ninguna es feminista ni lleva en su agenda las reclamaciones de la lucha feminista. Lo más sangrante, sin duda, es la existencia en las filas "progresistas" de férreos defensores de la explotación de los cuerpos de las mujeres, ya que aseguran hacerlo en nombre del feminismo. La "libertad de elección", amigas, ha cambiado de bando, y de ser una reclamación en nuestras pancartas a lo largo de las décadas para poder abortar, ha pasado a ser un mantra neoliberal disfrazado de progresismo para defender que las mujeres pobres gesten para hombres ricos. Con la "libertad sexual" ocurre lo mismo, de ser un grito en la boca de las mujeres pasó a ser un eslogan de ciertos políticos para convencernos de las virtudes de, por poner un ejemplo, OnlyFans.
Los políticos que defienden la prostitución como "trabajo sexual" o los vientres de alquiler como "opciones reproductivas" o "altruismo" nos venden estas prácticas usando un concepto que ya han conseguido viciar y vaciar: "derechos". La izquierda ha hecho con este concepto lo mismo que la derecha y la ultraderecha han hecho con la "libertad": que nos pongamos alerta, porque bajo esa palabra, "derechos", llevan ya un rato largo vendiendo cosas que a las mujeres y niñas resulta que no nos interesaban en absoluto. La realidad es que la prostitución y los vientres de alquiler representan todo lo contrario a cualquier lucha progresista: ambas son estructuras que se generan en el caldo de la desigualdad de poder y de posibilidades, donde quien penetra es el hombre que puede y la que pone el cuerpo la mujer que no tiene otra opción. Es el capitalismo puro y duro, vendiendo cuerpos y vidas como mercancía. No podemos seguir normalizando que los defensores de dos formas brutales de violencia sigan formando parte de la toma de decisiones en partidos políticos. Ni que haya partidos que sostengan ya ni a estas personas ni estas líneas de partido, absolutamente incompatibles con los derechos de las niñas y mujeres.
Quienes defienden estas prácticas tienen enfrente a las feministas, y no solo a las de ahora, porque el feminismo lleva 3 siglos siendo abolicionista. El feminismo lucha por la emancipación de las mujeres, y la prostitución y los vientres de alquiler son la antítesis de esta emancipación. Casualmente, estos mismos defensores de dos formas de explotación más que evidentes, suelen hacer, con demasiada asiduidad, apología de otros puntos contrarios a la lucha feminista, como la pornografía o ese oxímoron que cada vez coge más fama: "violencia sexual consentida". Errejón fue solo uno de ellos.
Las mujeres con conciencia feminista sabemos que en el poder no hay feminismo, gobierne quien gobierne, que el feminismo está en la calle; en las instituciones lo que existe en un pin morado que se quita y se pone dependiendo de la chaqueta que toque ponerse. Las feministas sabemos que, como dijo la colombiana Claudia Quintero, "la izquierda y la derecha se dan la mano en un burdel", y también sabemos que nada se parece más a la vieja política que la "nueva política".
Comentarios
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