Crítica a "El Juego del Calamar"

Crítica a "El Juego del Calamar"
El Juego del Calamar. Netflix

- ¿Qué hace usted aquí? - le pregunta el protagonista de El Juego del Calamar a un anciano que encuentra entre los concursantes del mortal y terrible juego. - Debería estar comiendo lo que le prepara su nuera, luego tumbarse en el suelo y ver jugar a sus nietos.

- ¿Y tus padres? ¿Acaso comen lo que les prepara su nuera? - responde el anciano, haciéndole saber que intuye que si él hombre está en aquel lugar, probablemente no solo esté arruinado, sino divorciado y convertido en paria.

No hay en este diálogo, por supuesto, ninguna crítica al hecho de que las nueras surcoreanas no solo cuidan de sus criaturas y maridos, sino también de la familia de política. El drama que quiere inspirarte esta pequeña charla es simplemente la de hacerte saber que en ese juego maquiavélico han acabado parias, personas (amplia mayoría de hombres) a las que el capitalismo les ha arrebatado todo, inundándolos de deudas hasta el punto de jugarse la vida (porque de eso va cada uno de los ocho juegos de la serie) para conseguir dinero.

Este pequeño diálogo entre dos personajes -que serán principales en esta serie de moda- es solo una muestra del lugar que le reserva El Juego del Calamar a las mujeres. El mismo que les reserva la sociedad surcoreana.

Hablamos de una serie sobre la que Netflix asegura que ha superado en visionados incluso a La Casa de Papel o Lupin. Un auténtico éxito global sin precedentes. Aclamada por todos los medios, analizadas hasta el detalle por expertos cinéfilos, aplaudida por sociedades tan dispares como Corea del Sur o España, mismamente.

Pero... ¿Dónde están las mujeres en esta serie y qué representación se les da?

Los coprotagonistas masculinos copan todas las esferas: solo hay hombres tras la organización del juego, solo hay hombres disfrutando del juego, solo hay hombres entre el personal, y entre los jugadores, una amplísima mayoría también son hombres. El papel de las mujeres relevantes queda reservado a dos facetas que nos suenan: una es la "loca", la mala, la que se acuesta con quien sea (y de buenísima gana) con tal de hacerse un hueco en el equipo más fuerte. Por el otro, una chica bellísima, con una historia conmovedora detrás, que se protege del mundo porque lleva un drama norcoreano a sus espaldas, pero que es pura bondad tras su fachada. Y con eso, el mundo entero (nunca mejor dicho) se da por satisfecho.

Las mujeres en esta serie, además, son constantemente discriminadas para formar parejas o equipos porque tienen menos fuerza, sin que se haga ninguna crítica sobre tal hecho ni poniéndole a tales acciones una moraleja que haga pensar a nadie. Nada. Se la discrimina durante toda la serie sin que se guíe a la audiencia a ninguna reflexión.

El protagonista

Padre irresponsable. Hijo irresponsable. Roba a su madre (anciana y trabajadora) para apostar a las carreras de caballos. Porque por muy crítica que haya al capitalismo, lo cierto es que los protagonistas masculinos están ahí porque han cometido fraude o, sencillamente, son unos peterpanes que creen que la vida les debe más de lo tienen o han robado. Es algo que se me escapa. No sé cómo, al hacer una crítica al capitalismo, se colocan como personajes principales a caraduras y estafadores. ¿Acaso el capitalismo solo acaba con ese tipo de perfiles? Por otra lado, tenemos la historia de la chica con un drama detrás: es norcoreana y escapó con su hermano de 10 años. Su madre sigue en el país y ella, en la más absoluta pobreza, quiere traerla al sur y reunirse por fin con ella y con su hermano pequeño (recluido en un centro de menores). Vuelven a reforzarse los roles patriarcales: mujeres que trabajan donde pueden y hasta cuando pueden para mantener a sus hijos estafadores (las dos madres de los dos personajes principales), mujeres que se juegan la vida por su familia, mujeres que lo dan todo por los demás. Por otro lado, hombres que no se ocupan de sus criaturas, hombres que cometen fraudes incluso contra las mujeres trabajadoras de su familia.

Aun así, el protagonista es una figura muy querida por la audiencia, porque muy muy en el fondo, parece haber un corazón, y ¡dios! cómo enternece cuando un hombre es un auténtico problema pero su evolución es la de hacerte ver que también tiene sentimientos. Todo perdonado. Hagamos camisetas con su cara.

Esta serie podría haber sido otra cosa, pero han decidido que no lo sea. El Juego del Calamar es una serie más, cuyo formato no es ni mucho menos novedoso. Además, hay tramas tan previsibles que al presentarse como si contuvieran verdaderos plot twists sonrojan un poco. Por si fuera poco, al obviar a la mitad de la población, cabe una réplica legítima del Juego del Calamar en base al sexo de la sociedad, y no en base a su dinero. La división mujeres y hombres en vez de la de ricos y pobres (en masculino esto último).

De todas formas, ya estamos curadas de espanto, las denuncias sociales en contenidos audiovisuales o son feministas y denuncian la opresión sexual de las mujeres, o suelen denuncian otra injusticia social pero reproduciendo los patrones misóginos que hacen que nosotras lo sigamos teniendo más difícil.

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