Sobre Ayuso y el aborto

Una mujer nos dejó uno de esos testimonios para el podcast que te hacen querer gritar. El Hospital Fundación Jiménez Díaz, en Madrid (concierto con la pública), tras darle la noticia de que no debía continuar con su embarazo por inviabilidad en el feto, la mandó a una clínica privada a abortar. Le dijeron que no podía hacerlo en el propio hospital, sin más. En aquel estado, vulnerable y psicológicamente destrozada, le pusieron por delante una lista de clínicas -de las que ni ella ni su pareja tenían ni la más remota idea- para que eligiera.

Hablamos del año 2017. Justo aquel año, ese mismo hospital realizó un total de cero abortos a las mujeres que lo necesitaron, derivándolas a todas a clínicas privadas. La experiencia se esta compañera es repetida por miles, porque no solo estamos hablando de este hospital, claro, para que se haga un idea, en total, la Comunidad de Madrid paga más de 3 millones de euros anuales por estos abortos derivados de la pública.

Escuchar ese testimonio y poco después oír a Díaz Ayuso decir que "muchas mujeres abortan cuatro veces" o que el aborto "no es un festival de la libertad" es insoportable. No quiero ni imaginar lo que sentirían las más de 20o.00o mujeres en Madrid que fueron derivadas a centros -de los que no habían oído ni hablar- de 2010 a 2019, entre ellas, la compañera del podcast.

Nuestros derechos no están consolidados ni lo estarán jamás. Y no puedo dejar de citar una y otra vez a Simone de Beauvoir: "No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida". Y añadimos: no hace falta ninguna crisis para que empiece la ofensiva contra derechos que han costado miles y miles de vidas conseguir. Porque así es cómo las mujeres han logrado cada uno de los derechos que tienen: peleando con una mano y enterrando a compañeras con la otra. Pero parafraseando a Beauvoir: si cierras los ojos, pierdes. Si te echas a dormir, vuelves a la casilla de salida. Hemos de estar siempre vigilantes. Poniendo el cuerpo por delante para montar guardia alrededor de lo conseguido.

Muchas veces, ancladas en el miedo a Vox, perdemos de vista que el odio a las mujeres está en cualquier lugar. El PP ya ha comenzado a hablar de derogar la ley del aborto. Ciudadanos, antes de convertirse en cenizas, ya lanzaba sus propios avisos a navegantes con aquel "abortar no era un derecho, sino un fracaso" de Rivera. Y Unidas Podemos, desde las gradas, añade ahora -no antes- su teoría neoliberal con la que abortar ya no es algo de las mujeres... Si no fuera cosas de mujeres, queridas, si fuera cosa también de hombres, el aborto sería más intocable que la Familia Real. Pero eso ya lo saben ustedes, ¿verdad?

Ayuso, con este tipo de comunicaciones tipo "muchas mujeres que abortan cuatro veces", comienza su propia ofensiva contra el aborto de forma paralela a su partido. Dice que dará alternativas para que el aborto sea la última opción de una mujer que quiere abortar. Señora, una mujer que quiere abortar lo que quiere es abortar, no encontrarse con una administración que le va a poner trabas o va a alargar su agonía al tener que sufrirla a usted listando todas esas "alternativas" que existen para ella. ¿Qué alternativas son esas, por cierto? ¿Presionarlas para que gesten hasta el final y den las criaturas en adopción?

Una dirigente a la que de verdad le importa la salud mental y física de sus ciudadanas y la atención que reciben en sus hospitales, nunca mostraría semejante desvergüenza.  Una prueba más de que debería ser obligatorio que cada dirigente y servidor público estuviera obligado a demostrar con pruebas cada palabra que sueltan. En este caso, Ayuso debería no solo debería estar obligada a decir la verdad en general, sino en especificar cuántas son exactamente todas esa "muchas" en particular. Pero ella (y el resto) sabe que no necesita dar explicaciones y, además, se asegura ir a aquellos medios donde no habrá repreguntas. Ni siquiera preguntas incómodas.

Pero ahondando en esa mujer que aborta 4 veces, sólo decir, que su experiencia no debería servir para que la doña de turno la use con motivos electoralistas. Esa mujer que aborta más de tres, cuatro, cinco o veinte veces, no es un arma con la que apuñalar por la espalda a tu oposición, que es precisamente lo que ha hecho Ayuso en el programa de Ana Rosa. La mujer que aborta tantas veces y que tan bien le viene a la derecha, puede tener muchos motivos y ninguno de ellos pasa por la "fiesta de la libertad". Puede ser por un grave riesgo para vida o la salud de la embarazada , por riesgo de graves anomalías en el feto o anomalías fetales incompatibles con la vida o enfermedad extremadamente grave e incurable. Porque todos esos supuestos se contabilizan como "abortos voluntarios si no son espontáneos. Estoy segura de que si quitamos todos esos supuestos, a Ayuso le siguen saliendo "muchas mujeres" en sus cuentas particulares.

Pero aunque no sean "muchas", estoy seguro de que hay mujeres que acuden a abortar por cuarta vez o quinta vez sin que se trate de ninguno de los casos anteriores. ¿Por qué? Porque la presión e insistencia masculina contra las mujeres para mantener relaciones sexuales (violaciones, a fin de cuentas) es incalculable. Más difícil aún es saber cuántos hombres consiguen doblegar la voluntad de sus mujeres y su necesidad de que usen preservativo. Y sobre la presión e insistencia masculina para no usar preservativos podemos hablar todas las mujeres. Todas es todas.

Mire más de cerca esos casos que usted mezcla con festividad, señora Ayuso. Mire más de cerca la realidad de sus ciudadanas. No las humille en televisión con una sonrisa de medio lado. Póngase en los zapatos de todas las residentes de su comunidad que la vieron en directo decir auténticas barbaridades, consiguiendo replegarlas sobre sí mismas, hacerlas más pequeñas con cada una de sus frases. Le pediría muchas más cosas más, pero sería inútil y todas lo sabemos. Porque es usted carente de lo único necesario para, no ya ser una política digna, sino una persona decente: la empatía. Y eso no se compra en la privada, ya lo siento. Vamos... lo siento por sus ciudadanas, no por usted, estoy segura de que la vida es infinitamente más fácil sin pensar o preocuparse más que por una misma.

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