La teta de Rigoberta (y de Belén)

La cantante Rigoberta Bandini, durante su actuación en la final del Benidorm Fest, clasificatorio para el certamen de Eurovisión 2022. - Manuel Lorenzo / EFE
La cantante Rigoberta Bandini, durante su actuación en la final del Benidorm Fest, clasificatorio para el certamen de Eurovisión 2022. - Manuel Lorenzo / EFE

Rigoberta Bandini empezó a escribir "Ay, mamá" hace diez años. Si hacemos cuentas, Rigoberta tenía 21 añitos cuando quiso homenajear a su madre. Una canción que ha evolucionado y no solo se quedó ahí, sino también en una denuncia de la censura que sufren nuestros cuerpos, específicamente nuestras tetas y nuestros pezones, prohibidos en incontables redes sociales en pleno 2022 mientras ellos pasean los suyos allende los mares.

Además, la música acompañaba para que fuera bailable, disfrutable y emocionante. En su presentación en Logroño, Rigo y Belén se sacaban una teta, cosa que me chocó en un inicio. Luego llevó la semifinal del Festival de Benidorm, y lo que me chocó es que no se sacaran las tetas. Pensé: esto no se puede denunciar en todos sitios. Hay conciertos en los que sí, programas de TVE en los que no. ¿De quién fue la decisión de no acabar sacándose una teta? O bien del festival o bien de la banda, pero pensando probablemente en que les podría caer la del pulpo. O incluso no ser seleccionada. Y ahí recobra sentido de nuevo la denuncia de la canción.

Desde las semifinales, no han parado las críticas desde todos los bandos posibles a Rigoberta Bandini. Desde un Pablo Casado nervioso exclamando "menos soflamas feministas" hasta un autodenominado feminismo que la tachaba de tránsfoba por hablar de madres, tetas y sangrado menstrual. ¿Acaso no se ha enterado Rigoberta que hablar de mujeres, de madres, de tetas, lactancia materna y menstruación es tránsfobo porque violenta a las mujeres trans? Luego encontraron una entrevista que un tipo le hacía a Bandini, donde le preguntaban específicamente por este tema. Ella contestó que las personas que transicionan son mujeres como cualquieras otras. Error. Eso es muy tránsfobo también. Porque violenta a los nacidos hombres que se autoidentifican como mujeres pero no necesitan ningún tipo de transición y quieren permanecer con sus cuerpos masculinos y con todos los patrones destinados para los hombres, desde el pelo corto hasta la barba o el bigote. A Rigoberta se le olvidó decir que también son tan mujeres como el resto. Total, que si ponían Rigoberta en el buscador de Twitter (como hice yo para ver si tenía cuenta en la red social) las sugerencias eran "Rigoberta tránsfoba" o "Rigoberta TERF". Otro día hablamos de cómo los medios presionan a las mujeres (y solo a las mujeres) para que se posicionen sin dudar con respecto al transgenerismo.

También hubo feministas que denunciaron que la canción mitificaba la maternidad, con ese caldo eterno en la nevera y algún detalle más. Cosa que comparto. Estamos quizás ya hartas de quejarnos de la relación sempiterna entre ser madre y ser la gran salvadora, la superwoman, la sufridora y la invencible guerrera. Todo eso junto en una sola mujer. Todo eso junto en cada una de las madres del mundo. Es cierto que muchas mujeres son así, género mediante, pero hay otras que directamente se niegan a tener criaturas por la presión social y, específicamente, este tipo de presión.


Otras compañeras se quejaban de que no era un himno feminista. Esto me sorprendió, porque no había escuchado a Rigoberta decir nada semejante. Y yo tampoco lo había pensado al escuchar la canción. Quizás se basaban en lo que otras compañeras habían dicho o entendido. O incluso, probablemente, lo que cualquier cronista había escrito para hablar del Festival.

El resultado, sin duda, es que a Rigoberta Bandini le han llovido críticas por todos lados. Me la imaginaba con los nervios por la actuación de la final pero, a la vez, sintiéndose una mierda por ser una tránsfoba, una mala compañera, una feminista que acaba teniendo comentarios no feministas... Un fraude, vaya. Quizás estoy proyectando, porque sin duda así es como me hubiera sentido yo.

La moraleja, sin embargo, llega después. Cuando en la final del festival, un jurado elegido por no se sabe quién ni por qué, con un miembro noruego y otro islandés (votantes en un certamen español para un concurso europeo donde Noruega e Islandia participan), se cepillan las dos canciones más reivindicativas, las dos canciones hechas por mujeres que hablan de mujeres, de fronteras (¡y en galego!), de nuestros cuerpos... Con una Belén (compañera de Rigoberta), además, luciendo pelos en el sobaco como nunca antes se ha visto en Eurovisión (y ya ni se verá). Las únicas dos canciones con posibilidades que desafiaban algo, que denunciaban algo, y que encima, dicho sea de paso, eran una pasada.


Es la enésima muestra de cómo funciona el sistema. Mientras unas buscamos la pureza de los mensajes, porque sabemos que importan, que modelan, que nos conforman, y que el lenguaje importa, para algo es el vehículo del pensamiento, los engranajes patriarcales giraban a mil revoluciones por minuto, entre bambalinas, quitándole la oportunidad al público de elegir su canción favorita, y dándole el puesto de representar al país en Eurovisión a una canción escrita por varios hombres e interpretada por una chica a la que se encargaron de, previamente, hipersexualizar. Y eso, en resumen, es lo que tendremos, una canción que no puedes recordar al segundo de haberla escuchado, con una letra que dice que "llegó la mami, la reina, la dura, una bugatti" y que asegura que "El mundo está loco con este party" y que si "tengo un problema, no es monetary". Si ya les parece una fantasía, no se pierdan la conclusión: "Yo vuelvo loquito a todos los daddies".

El patriarcado vuelve a ganar. Y este partido, desde luego, lo ganó por goleada.

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