Ayer fueron ellas, hoy vosotras y mañana podemos ser nosotras

Ayer fueron ellas, hoy vosotras y mañana podemos ser nosotras
Refugiados ucranianos hacen cola ante el paso fronterizo de Porubne (Ucrania) para entrar en Rumanía.- EFE

Las mujeres del este de Europa ya eran, antes de la guerra, víctimas de redes de trata y de tráfico de personas. Con el éxodo tras el ataque ruso, en el que marchan ya 3 millones de ucranianas (porque mayormente son mujeres, niñas y niños) esta realidad se cierne con más vehemencia que nunca. Escapar de una guerra para niñas y mujeres no es "solo" lograr traspasar una frontera y buscar refugio, es pelear por el camino contra la violencia sexual y zafarse de mafias que buscan sacar dinero explotando sus cuerpos.

Diferentes ONG están alertando de captación de mujeres en mitad del conflicto, especialmente cerca de las fronteras: hombres que se hacen pasar por buenos samaritanos, ofreciendo transporte y refugio gratis a mujeres, tanto si son madres cargando con sus criaturas como si no. También casos de hombres que no pertenecen a ninguna mafia, porque su único objetivo es violar a refugiadas. Se confunden con la ayuda oficial y con personas que verdaderamente quieren darle refugio a las ucranianas. "El riesgo es muy alto, porque hay tanta gente ayudando que simplemente no sabes quién está haciendo qué", decía un vigilante en el paso fronterizo polaco en Medika .

En momentos de caos, de pánico, de escenarios dantescos, el patriarcado sabe mover a sus soldados para obtener rehenes para su propia guerra, la de la clase sexual alta, los hombres, contra la clase sexual baja, las mujeres. Porque la guerra más larga del mundo no es ninguna de la que hemos estudiado, sino esta, la que libran los hombres contra las mujeres bajo la atenta mirada del mundo y de la Historia. 4000 años de violencia documentada contra las mujeres por parte de los hombres y de instituciones, comunidades y organismos donde ellos mismos se han agenciado los púlpitos y los títulos de líderes. Y sobre esto, pueden ampliar con el magnífico libro "La guerra más larga de la Historia" (Lola Venegas et al.).

Lo que ocurre con las niñas y mujeres en cualquier conflicto bélico ha sido siempre ignorado por todo tipo de sociedades y épocas, que se han limitado a venerar a los hombres, a su valentía sin límites por hacer la guerra, aunque muchos de ellos ni siquiera supieran por qué estaba motivada porque solo les llegaba la propaganda de su país.  Y así sigue siendo, en pleno siglo XXI, en redes sociales, tenemos que seguir leyendo a los motivaos de turno, con sus millonadas de seguidores, intentando mofarse de las feministas porque son los hombres los que se juegan la vida en todas las guerras. Los hombres siguen siendo las víctimas importantes de las guerras y, las mujeres, poco más que las inútiles que esperan a que todo se arregle. A estas personas no parece importarles cuál es el verdadero papel de las mujeres en las guerras. No parecen saberlo o, quizás, es que simplemente ven algo inevitable que sus cuerpos acaben siendo botines de guerra en cada una de las guerras habidas y por haber. Y contra ellas van tanto los de un lado como los del otro, que pactan la tregua más zafia de todas; seremos enemigos pero tenemos un enemigo en común más antiguo que nosotros mismos: las mujeres.

Martha, una mujer sursudanesa que sobrevivió a la limpieza étnica lo describió crudamente: "No buscaban placer sexual. A veces usaban palos." Los soldados tenían permiso "para violar mujeres y saquear como parte de su salario". A la deshumanización de las personas en una guerra se suma la deshumanización histórica que han sufrido las mujeres. Es en el corazón de los conflictos, del caos y del miedo donde el sistema se ceba contra nosotras.

Y mientras, el feminismo, la única lucha que busca la abolición del sistema patriarcal es menospreciado desde hace siglos hasta por políticos enchaquetados, desde sus escaños de madera noble y cuero. Justamente aquellos que históricamente han estrechado las manos adecuadas para que una guerra explote. Pero por muy alto que se suban no van a dejar de caer. Caerán. Tanto ellos como el sistema que impulsan.  Nosotras sabemos que ayer fueron ellas, hoy sois vosotras y que mañana podemos ser nosotras. Lo que parecen ignorar los señores es que ellos no están a salvo por muy alto que escalen. Porque el patriarcado no se va a caer, lo vamos a tirar. Por ellas, por vosotras y por nosotras.

Escucha el último programa de Radiojaputa.

Cada lunes un nuevo capítulo en publico.es