Una china en el zapato

Perspectiva de mercado

      Esta semana leí en la prensa el siguiente titular: "Los diez valores más atacados actualmente". Por un microsegundo esas palabras me llevaron a pensar en el declive de algunas virtudes como la solidaridad, o la humildad. Sin embargo enseguida volví al año 10 del siglo XXI y supe que de lo que se estaba hablando era de las acciones en bolsa de ciertos bancos y empresas.

     En realidad hace mucho tiempo que el campo semántico del comercio inundó todas las áreas de nuestra vida. Ya es normal que un periodista pregunte a su entrevistado si "compraría" tal o cual tesis, o leer que el gobierno no ha sabido "vender" sus aciertos, o que Zapatero ya está "amortizado". Qué queremos, esto es el mercado. Berlusconi compra tránsfugas para mantenerse en el poder, y el Tea Party avanza a golpe de talón con sus candidatos multimillonarios. Inmersos en este bucle de compra-venta, uno hojea el Vanity Fair y ya ni se inmuta al encontrarse la capa de terciopelo granate festoneada de armiño del Papa de Roma como ejemplo de prenda-tendencia para este otoño.

      El último problema que le ha sobrevenido a nuestro mundo-mercado es que al exceso de productos se suma ahora el exceso de personas. En su ensayo Tiempos líquidos el filósofo polaco Zygmunt Bauman habla de un "excedente de seres humanos" que no puede ser absorbido por el sistema. Gente que sobra como sobran a veces las patatas, porque hay demasiadas y no tienen salida. Así, empezamos a escuchar que el paro es un problema estructural. Bueno. Entonces habrá que buscar soluciones estructurales.  

     Para empezar, y ya que jugamos en el terreno del mercado, propongo servirnos del marketing olfativo. Todo el mundo sabe que existen fragancias que convenientemente rociadas en las tiendas animan al consumo, o que dispersas en ciertas empresas transmiten una sensación determinada. Pues bien, hace poco y por primera vez los cosmonautas hicieron referencia al peculiar olor del cosmos, asegurando que olía a metal, a humo. Me pregunto qué pasaría si esparciéramos por nuestras ciudades ese olor mineral del universo. A lo mejor nos animaba a repensar las cosas y nos brindaba un poco de sensatez, y sobre todo de perspectiva cósmica.

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