Una china en el zapato

La lista de invitados

El club Bilderberg ya ha celebrado este mes su reunión anual. Cuarto Milenio les dedicó un programa hace tiempo, apuntando su similitud con los iluminati y otros criptogrupos. (Uno de sus rituales es jugar al golf, aseguró una tertuliana a un Iker Jiménez entregado a las serendipias.) Sin embargo no hay ningún misterio. Se trata de un grupo de gente con dinero y poder que no quiere ser molestada mientras hace negocios.

     Hay reuniones a las que no estamos invitados, todos podemos entender eso. Pero cuando en ellas se discute el futuro del planeta –y alguien habla en nuestro nombre- es otra cosa. Las protestas al Bilderberg se quedaron en la calle como todos los años. Pero algo empieza a colarse dentro de estos círculos herméticos: Juan López de Uralde, como dirigente de Greenpeace irrumpió en la cumbre climática mundial de 2009 (ahora se enfrenta al juicio), y el manifiesto pro-15M de un accionista se coló en el discurso oficial de la junta del Banco Santander. No todas las fortalezas se abren con tanta facilidad: Rita Barberá tuvo a los indignados detenidos frente a su puerta y no los invitó a entrar.

    Un político estrecha la mano de un ciudadano durante la campaña electoral y una semana después es Rockefeller quien le tiende la mano a él para invitarle al club. En esas reuniones, entre copas y risas, el político quizá crea realmente que lo mejor para esos nuevos amigos va a ser también lo mejor para los ciudadanos que le votaron. Pero estos están hartos de mirar la fiesta desde afuera.

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