Leí "la noticia" subida a un avión y la sensación fue casi la misma que si el aparato hubiera comenzado repentinamente a perder altura. El presidente de la CEOE, Juan Rosell, proponía la creación de una asignatura obligatoria que se enseñara "desde la guardería a la universidad", "desde la cuna a la tumba" (¡!). La asignatura, "ser empresario" (¡¡!!). Ya me imaginé en los parques al niño empezando las prácticas: ¿me dejas la pala? No, te la alquilo. (Claro que si todos salen empresarios, ¿quién va a trabajar?)

     Primera lección: los beneficios del empresario no se pueden contener, o se gana siempre más y más o no tiene sentido, dijo Rosell. El afán de hacer dinero será el motor desde que se abran los ojos a la vida hasta que se cierren ante la muerte. Ganar siempre más: el sentido de la existencia. Adiós a la ética. De la cuna a la tumba, sí, en caída libre. Se ha llegado muy bajo cuando se pueden decir cosas como esta con total impunidad. Me pregunto qué tipo de momento histórico es este para que declaraciones así sean posibles: despido libre, recorte de salarios, enriquecimiento a costa del otro, desigualdades sociales asumidas.

     Sin embargo cada vez somos más los que reaccionamos ante esta caída en picado: precisamente estos días se producen movilizaciones en defensa de una enseñanza pública y de calidad que no convierta a unos en empresarios y a otros en carne de cañón, también  a los movimientos de indignados en todo el mundo se suma ahora el reciente Ocuppy Wall Street. No estamos muertos. Todavía no nos hemos estrellado.