Una china en el zapato

Las ondas en el agua

     Como no tenían permiso para el uso de amplificadores, el movimiento Occupy Wall Street de Nueva York ideó una especie de altavoz humano para sus asambleas: los que están más cerca del orador repiten su discurso para que llegue a los que se encuentren más lejos. Superado el efecto-misa (pero esto es problema mío), el resultado es fascinante. En el vídeo del primer encuentro con Michael Moore se ve al cineasta emocionado por la repetición de sus palabras, que realmente se expanden de la primera a la segunda, a la tercera y a la cuarta fila como ondas en el agua tras el impacto de una piedra. La escena resulta una metáfora visual muy potente de cómo los pequeños movimientos se transmiten y se agrandan. Las movilizaciones de Atenas, Madrid, Tel Aviv, Nueva York, se propagan y el próximo 15 de octubre confluirán en una marcha global.

     Hay quienes interpretan la realidad no como agua en movimiento sino como una superficie de cristal inamovible de la que encima se creen dueños. Otra vez se apela al dinero público para salvar los bancos. La política, en lugar de dominar a los mercados, continúa a su servicio. Desde esa manera de ver el mundo las elecciones del 20 N podrían encuadrarse una vez más dentro de la previsible alternancia PP-PSOE  (con ambos partidos manejados por corporaciones y bancos, la elección de uno u otro es como el mecanismo de una noria que gira sin ir a ninguna parte). Sin embargo, el resultado de las elecciones será otra piedra que caerá en la superficie del agua para agitarla, y formará otra onda más del proceso que vivimos.

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