Una china en el zapato

Las reglas del juego

     Ante la visión en el Hola (sí, era uno de esos domingos raros) del propietario del imperio Virgin, Richard Branson, un amigo comentó: "éste iba para hippy y se quedó en millonario". Después de reírnos un buen rato, me animé a leer el periódico, y al echar un vistazo al estado de la crisis, apliqué ese mismo diagnóstico a la situación política: "el Estado del bienestar iba para logro social y se quedó en negocio", me dije. Ya no resultaba tan gracioso.

     El sistema capitalista es así, engulle, asimila todo lo que pueda exprimir para sacar un dinero que se concentra, lógicamente, cada vez en menos manos. Quien más dinero posee en el Monopoly más posibilidad tiene de amasar más, es la propia ley del juego. Esperar otra cosa del capitalismo sería como esperar que los peones en el tablero de ajedrez formen alianzas para no ser sacrificados o intercambiados en el avance. O se cambian las reglas o su destino natural en la apertura es ese.

     De las pocas propuestas que se han contemplado para modificar mínimamente nuestro sistema, la más recurrente es la tasa Tobin. Pero esta tasa a las transacciones financieras ha terminado resultando ya algo fantasmagórico –todo el mundo parece de acuerdo en verla pero no se materializa nunca-.

     El magnate que iba para hippy ahora es pionero en el negocio de los viajes espaciales para multimillonarios. Hace unos días el científico Stephen Hawking predecía que en poco más de 100 años más nos valdría empezar a salir pitando del planeta tierra. Quizás la tasa Tobin al fin se haga presente en las transacciones interplanetarias.

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