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Belleza salvaje: McQueen en el museo

Belleza salvaje: McQueen en el museoAnteanoche se inauguró en el Metropolitan de Nueva York una gran exposición en homenaje al fallecido modisto Alexander McQueen.

(Nueva York es así; por las mañanas las hordas se arremolinan en Times Square para celebrar el asesinato del portavoz oficial de una multinacional del mal y, por las noches, las grandes estrellas del espectáculo se ponen sus mejores galas para rendirle un merecidísimo homenaje a un suicida que, probablemente, habría vomitado de risa ante su presencia)

Una gran gala donde no podía faltar su sucesora, Sarah Burton –la misma que diseñó el celebérrimo traje de novia de la nueva princesa Catalina de Inglaterra– y en la que sí eché de menos más trajes diseñados por el difunto y menos despliegue publicitario de otros como Lagerfeld, Stella McCartney u Oscar de la Renta, que vistió, acompañó, y casi parecía escoltar a Penélope Cruz y su vestido.

Belleza salvaje: McQueen en el museo

Contra todo pronóstico, Madonna fue una de las más elegantes de una noche que dejó un impagable momento: Beyoncé, embutida viva, incapaz de subir la escalera alfombrada en rojo por sí sola, tuvo que ser aupada por Jay–Z y un aguerrido voluntario.

Belleza salvaje: McQueen en el museo

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