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11-M en Telecinco

Como profesional de lo mío que soy, anoche me lié la manta a la cabeza y vi el primer episodio de la serie de Telecinco sobre los atentados del 11 de marzo en Madrid. También me había liado antes la toalla mojada al cuello para ver el estreno en Cuatro de 'Mójate', que parece un poco la tintorería -en húmedo- donde llevan a los tronistas de 'Mujeres, hombres, gogós, porteros y viceversa' antes de guardarlos en las fundas que los lleve a Telecinco.

A lo que iba: 11-M. No una eme, ni dos; once. Así, una detrás de otra. 10 zurullos + 1 puestos en fila. Y eso sin entrar en consideraciones morales; eso, desde un punto de vista meramente televisivo y con la vergüencita ajena que provoca ver cómo Telecinco recurre a códigos de imagen idénticos cuando trata de ponerse seria -en la ficción basada en hechos reales- y tira de los mismos movimientos de cámara para narrar los atentados de Madrid o para contar el secuestro del Alakrana. Supongo que eso es lo de menos, pero ya es un mal comienzo.

11-M en Telecinco

Leía hace unos días a los responsables de ficción de Telecinco -como si alguna vez hubieran tenido un responsable de realidad...- que su intención con la miniserie del 11-M era rendir un homenaje a las víctimas y contar las cosas tal y como las cuenta el sumario judicial. En lo del homenaje no entro -que hay quienes son capaces de organizar hasta una corrida de toros benéfica, un concierto de Alejandro Sanz o eventos aún más terribles- pero en lo del sumario no me queda más remedio: se nota. Se nota que el guión del engendro -inconexo, mal hilado, a saltos, elíptico hasta lo incomprensible y gélido- está sacado de una sentencia y que los autores del mismo contaban con nuestro conocimiento previo para perpetrarlo. "Para que no se olvide" o algo así, rezaba la promoción de la miniserie. Que, más bien, abusaba de la confianza en nuestra memoria; si no hubiéramos conocido detalles del caso -o fuéramos lectores de 'El Mundo'- sólo con ver el primer episodio de la serie no nos habríamos enterado casi de nada, porque lo que nos contaban no eran hechos, sino llamadas al pie de página de nuestra memoria informativa del caso. Y eso es un grave error.

Más allá de lo anterior, lo demás es peor todavía: los intentos por construir historias humanas de las que serán víctimas son tan patéticos que dan pena, casi tanta como la forma en que se construye la vida de unos villanos que parecen salidos de un grupo de Facebook: 'Señores integristas que se reúnen para ver a Bin Laden en YouTube' .

Todo es inverosímil en la serie, nada encaja ni parece real. Todo es tan peregrino, tan frágil en la trama y tan poco creíble que, por un momento, les prometo que pensé que el guión era obra de PedroJota para intentar convencernos de que él tenía razón...

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