Bob Pop ve Tv

Un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es... ¿qué coño es un pueblo?

Hace un par de días leía un artículo en The New Yorker sobre telerrealidad y me asaltaba esa pregunta a ritmo de María Ostiz a propósito de una inquietante reflexión que aparece en el texto acerca del vértice donde chocan la conciencia social de la izquierda y el horror que provoca ver a esa misma sociedad para quien se exige justicia haciendo el ridículo en los 'reality shows'. El ridículo y algo mucho peor: reproduciendo roles reaccionarios por dinero y alimentando la injusticia social contra la que luchamos. Es jodido. Lo mismo que es muy complicado trazar el límite entre víctimas y verdugos televisivos; entre quienes se someten o quienes perpetúan modelos.

Un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es... ¿qué coño es un pueblo?(A todo esto -lo cuento en mi VDO de la Contra de hoy- con el 'Belenazo' postveraniego de esta temporada me entero de que la princesa 'del pueblo' tiene un cónyuge y consorte que  "ha arreglado el paro" –es decir, acordado un falso despido improcedente para cobrar el subsidio de desempleo tras una renuncia voluntaria – y ella lo suelta así, con orgullo y satisfacción.

Con un par. Con la que está cayendo. A tomar por culo el déficit...

... "¿Referéndum? ¿Para qué? ¿Para que voten estos?" Parece que es lo que quieren que pensemos. Y a fe que lo consiguen, los muy cabrones. )

Y ya puesto, entre tanta vorágine reflexiva, me acaba tocando a mí y me pregunto, ¿de qué coño voy? ¿Qué hago aquí? ¿Qué significa ser crítico de televisión? ¿Quién me creo que soy? ¿Qué? ¿Elite?

Un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es, un pueblo es... ¿qué coño es un pueblo?Suerte que supero la crisis existencial gracias al estreno del bodrio de 'Un restaurante en mi salón', en Cuatro (adaptación de otro formato que ya vimos en Antena 3 y vendría de otro país, despliegue de estereotipos lamentables y verosímiles) donde descubro que una de las supuestas comensales anónimas no es otra que la misma actriz-señora-mayor a quien hemos visto en anuncios, como afectada en uno de los casos del falso programa de juicios de Telecinco -'De buena ley'- y ahora como clienta del restaurante casero. Es ella, la rubia que mira a cámara, ¿la habían reconocido?

Gracias a ella sé que tengo una labor social como crítico televisivo: descubrir de qué forma nos engañan. Y contarlo. ¡Ah! Y hacerlo uniendo mi condición de voyeur con la ironía: "mironía" he decidido llamarlo. Así de gilipollas soy.

 

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