Ana Rosa Quintana ha proclamado en Vanitatis el secreto de su voto no sin antes haber dicho que "España necesita un cambio" o "Dios quiera que los españoles no cambien la intención de voto". AR sí que sabe guardar un secreto, que se lo digan a la Editorial Planeta...

Jorge Javier Vázquez, en cambio –y van tres– respalda públicamente a Rubalcaba, aunque sin llegar a subirse a una plataforma de apoyo, como sí ha hecho Agustín Díaz Yanes, que debe de haber pensado que a su viejo amigo le vendría de perlas recibir el soporte de alguien que hubiera dirigido una película titulada Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto; lo mejor para un candidato cuya entrevista del domingo pasado con Jordi Évole (otro premio Ondas para hoy) sirvió como soporte promocional de una serie de zombies chungos, ‘The walking dead’.

Mientras tanto, Mario Vargas Llosa –que no ha recibido aún el Premio Ondas pero de momento se conforma con el Nobel de Literatura– se ata la camisa a la altura del ombligo y decide transmutarse en un sosias de Ana Torroja rumbera sobre los hombros de Gertrude Stein y recita ‘Una rosa es una rosa es una rosa’ para Rosa(Díez), que ayer volvió a demostrar, con carácter retroactivo, la enorme inteligencia política que tuvo cuando decidió fichar como cabeza de cartel por Soria en las elecciones generales de 2008 a Alvaro de Marichalar, y no a uno de los otros seis hermanos Undargarín, que en ese momento nos hubieran dado mucha menos risa, ya ven qué cosas tiene el paso del tiempo y el de los folios de un auto judicial. Ya verán cómo, a este paso y con este nivel de yernos, en el próximo libro de Pilar Urbano sobre la reina, la griega Sofía va a declararse simpatizante de Izquierda Unida, EQUO o ERC; eso sí que sería un cambio, Ana Rosa Quintana, y no el que propugnas tú.