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CampAÑA G. Obregón

Esta campaña electoral es tan tediosa que no da ni para un biopic de algún candidato en cualquier televisión local y, mucho menos, para una portada de Interviú. Más aburrida que el noviazgo entre Felipe y Letizia, Juan Carlos y Sofía o Terelu Campos a medias, en todos los sentidos. Mucho menos interesante que los sucesivos matrimonios por amor de Tita Cervera o sus portadas en tetas.

Esta campaña no da ni para coletillas que se vayan a convertir en frases hechas ni para que nazca una estrella. Andamos tan aburridos de estos Quince Días de Oro que no veríamos los espacios de propaganda política gratuitos ni aunque los insertaran en las pausas de 'La Noria'.

Nos dan todos lo mismo, porque lo son y porque a los que no lo son no les van a dar la opción de hacer nada. No nos representan y, lo que es peor, cuando ocupan los escenarios para llevar a cabo su representación y empiezan a hablarnos, somos incapaces de escuchar sus discursos, porque detrás de ellos, a través de los enormes ventanales que dejan ver la luz de la calle y oír el ruido de los palos que llegan desde Wall Street, nosotros vemos cómo los monstruos gigantes arrasan la ciudad: pisotean hospitales, patean escuelas y escupen lenguas de fuego que cortan el paso en las calles, despedazan a los viandantes...

CampAÑA G. Obregón
(¿No decías que esta campaña te parecía un rollazo? –me pregunta Ana Obregón mientras retira sus dedos del teclado– pues le he metido un poco de emoción y fantasía, para que no te quejes. Como he visto que hablabas de biopics e Interviú, y yo sé de esas cosas, de las dos: yo soy bióloga... Además, estoy escribiendo mis memorias para televisión, ¿lo sabías?)

Dejo que Anita O. siga escribiendo su escena de Godzilla electoral y pienso en la suerte que tengo de tenerla como alucinación recurrente en mis delirios de automedicación...

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