Monstruos Perfectos

Madonna se hace Spears

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Dicen las chismosas federadas que Madonna y Guy Ritchie ya lo tienen todo listo para su divorcio, y que darán la noticia en noviembre, cuando la Ciccone termine su gira mundial. Cuenta la ex–mujer de un deportista macicísimo que la cantante fue la culpable de la ruptura de su matrimonio. El New York Times le dedica un malévolo reportaje en su sección de moda, donde se pregunta en qué momento Madonna dejó de imponer tendencias y pasó de Gaultier al chándal zarrapastroso, de los sostenes punzantes a los lazos de raso y del look pornochic al rollo arreglá pero informal. Y hasta María Vela Zanetti –póngame a sus pies– se atreve a arremeter contra la ambición rubia y su pelo: "de señora, ni retro, ni vintage, de señora y basta."

Por si todo eso fuera poco, su hermano Christopher publica una biografía no autorizada de la cantante donde las barbaridades que cuenta sobre ella son lo de menos en comparación con la horrorosa foto de portada; con una Madonna de perfil, quijada al viento y una papada donde podría pintarse la Union Jack para que ondeara al ritmo de God Save the Queen.

Una papeleta. Un goteo de maledicencias que va empapándole el barro de los pies y amenaza con hacerla resbalar y caer pendiente abajo, quedar convertida en la silueta de una Barbie climatérica rota sobre el patrón de un titular vintage reversible que yo ya he empezado a hilvanar: "Madonna es la nueva Britney". Al tiempo.

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