Monstruos Perfectos

La boda de Caritina

Me tiene fascinado el reportaje del último ¡Hola!, el de la boda ibicenca de Cari Goyanes con realización de la excelsa Naty Abascal, cuya impronta se nota claramente en la portada: "¡A esta niña hay que disimularle un poco las caderas! Mmmm, espera que piense... ¡YA! Traed ahora mismo media docena de pajes y damitas de honor, que vamos a montar aquí una barrera, que ni la selección alemana". Dicho y hecho. Qué barbaridad. Qué penita de portada nupcial.

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Con lo que me gusta a mí Caritina Goyanes -a quien me une cierta común complexión de hueso ancho y de quien me separa el hecho de que mi padre nunca estuvo casado con una niña prodigio ni fue absuelto tras ser acusado de narcotráfico-, y lo divina que hubiera quedado rotunda e inmaculada en portada, regia carnal al lado de tanta gamba entaconada convidada al fiestón.

Estoy desolado. Con lo que disfruto yo con esos bodorrios, sobre todo cuando los novios tienen esa pinta de valores en alza de las juventudes del PP.

Y tuvo que venir Naty -con i griega- a fastidiarme la diversión con una portada que, de lejos, parece un posado de los Pitt Jolie dentro de diez años con la abuela Bono teñida de rubio ceniza. Toda una decepción. Que se suma a la que me produjo descubrir en páginas interiores que en el menú del catering no habían servido nécoras. Una lástima. Con la categoría que le dan las nécoras a esas bodas. Imperdonable.

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