Monstruos Perfectos

Mucho más desgraciados que la mierda

El actor belga-colombiano Didier Van Der Hove, reconocido en España por sus intensas interpretaciones –sin camisa- para grandes producciones siesteras de mucho sudor animal y tetilla, tales como Pasión de Gavilanes o El Zorro, fue detenido a finales de julio en Chile acusado de pedófilo y pornógrafo infantil después de que le descubrieran un romance con un muchacho de 17 años, algo que en Chile es delito según el artículo 365 de su Código Civil (donde la norma para las relaciones heterosexuales establece los 14 años como edad mínima legal; sospecho que porque allá los armarios son de mecanismo de apertura retardada, como las cámaras de seguridad de los bancos).

Ayer mismo, Van Der Hove fue absuelto de los imaginativos cargos de pornografía infantil y pedofilia (todavía son muchos, demasiados, quienes creen que en asuntos de hombre a hombre, se cumple a rajatabla la regla de igualar ocho a ochenta, que siguen a pies juntillas las tesis de César Vidal), aunque no se libró de ser condenado a no pisar el país en los próximo tres años, a no poderse comunicar con su novio hasta que éste cumpla los dieciocho y, por último pero no por ello menos hilarante, a donar los dos mil dólares de la multa a la Residencia de Vida Familiar Sor Teresa de Calcuta. De rima (con Calcuta) madre. Y, a todo esto, Peter Pan y Campanilla encarcelados en Los Angeles por ponerse a reivindicar derechos laborales en un hotel de Disneylandia. Son malos tiempos para Nunca Jamás. Que se lo pregunten a Michael Jackson.

"Enamorarse no es nada, permanecer juntos es lo difícil. La basura, en cambio, no pretende durar ni crecer. En ese sentido, somos mucho más desgraciados que la mierda, ese empeño de perseverar en nuestro estado constituye la increíble tortura", de El Viaje al fin de la noche de Céline, que Julián Rodríguez cita como referente en sus Cultivos, un libro magnífico.

"Ese empeño de perseverar en nuestro estado". Infantil, enamorado, libre con reservas, o en Neverland como un líder sindical que reclama nuestro derecho a tener un seguro médico.

Pese a la increíble tortura, me consolaba pensar que sí, que seré mucho más desgraciado que la mierda, pero todavía soy algunos años más joven que Madonna, que ayer cumplió los cincuenta para locura conmemorativa de periódicos, televisiones y revistas. De qué poco sirvió aquel magnífico intento de Vila Matas Para acabar con los números redondos; nos siguen poniendo más atómicos que a un juez chileno. Madonna cincuentona para todos, excepto para ella, que se empeña en hacerme la pascua cabalística y afirma, sin rubor pero con mucho pómulo, que según los cálculos de su rabino de cabecera, su edad espiritual no supera los 36 . Y bajando. Maldito Soul Training de Nintemplo, cuyos números acabarán por hacerme mayor que Madonna quien, de seguir a este ritmo y si el anunciado divorcio no prospera, podría convertir a su marido, Guy Ritchie, en delincuente sexual en Chile.

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