Bulocracia

Joline Andersen me necesita

Hoy me ha escrito a mi email "Joline Andersen". Bueno, al spam ha ido. Ya me pasó hace once años con el FBI. ¿Quién es esta mujer? Ni idea. Pero me dice que es "de Canadá", aunque me escribe "desde Costa de Marfil", que se ve que le pilla mejor a pesar de que la distancia media entre el país norteamericano y el africano es de 9.979 kilómetros, que son 6.201 millas.

Esta persona me estima y quiere que la "ayude a invertir un monto total de 7,5 millones de dólares", que heredó de su "difunto padre" y me ofrece "el 35% inmediatamente que reciba el fondo en su cuenta". Pero hay más, porque también me da amor, me dice que "tuyo por siempre Amor". Aquí empecé a dudar si era una mujer o no, pero luego me confirma que es la "SEÑORITA JOLINE ANDERSEN", así que parece chica.

"Estimado
Soy la señorita JOLINE ANDERSEN de Canadá y escribo desde Costa de Marfil.
Por favor, quiero que me ayude a invertir un monto total de 7,5 millones de dólares que heredé de mi difunto padre. Le ofreceré el 35% inmediatamente que reciba el fondo en su cuenta.
Le daré una actualización cuando tenga noticias suyas.
Tuyo por siempre Amor
SEÑORITA JOLINE ANDERSEN".

Joline Andersen me necesita

Joline me escribe desde su gmail número 9, "jolineandersen9@gmail.com". Su comunicación es bastante breve, pero permite saber que no se trata de Jolene Andersen, una actriz australiana a la que algunos también apellidan Anderson.

Jolines, "Joline Andersen", esto que me mandas no es más que una carta nigeriana en versión más actual. De ahí quizás que le hayan añadido -Joline o quien sea- el componente africano al mencionar que esta mujer me escribe desde Costa de Marfil. Que sea canadiense ameniza la clásica historieta de una joven africana presuntamente millonaria pero perdida y desamparada.

Las cartas nigerianas nunca se fueron del todo. Su origen está en los inicios del propio correo electrónico. Era estrenarse hace más de dos décadas y empezar a surgir estas cosas, que por entonces proliferaban que daba gusto y los nacientes usuarios del email se las comían a mansalva en todo el mundo.

Siempre se narraba una epopeya de dimensiones pseudobíblicas en estas cosas, con una mujer africana que heredaba cantidades ingentes de dinero tras morir su padre, pero surgía un tío malo, como en el Rey León, o un político corrupto, un extranjero maligno o cualquier otro que le impedían disfrutar del dinero de su difunto padre y por eso te buscaba a ti, entre todos los habitantes de la Tierra, para que la socorrieras y a cambio ella compartiría contigo su fortuna.

Parecía que esta práctica estaba obsoleta, pero qué va. Ahí ha estado siempre, con mayor o menor frecuencia y con distintas variaciones, como hemos contado otras veces. Ahora lo han simplificado porque para qué tanta chapa si la gente no lee ni la mitad y el objetivo es el mismo: ganarse tu confianza y despellejarte.

Solo de 2003 a 2010 hubo en España 20.000 denuncias de cartas nigerianas, según datos de la Policía Nacional, que en ese tiempo detuvo a más de 600 personas por esta clase de fraudes y esclareció más de 1.200 casos, además de recuperar 2,8 millones de euros estafados a personas de todo el planeta.

El pasado mes de julio ya alertamos de que las cartas nigerianas seguían vigentes. Son estafas que juegan con los sentimientos y la pena por una en teoría desamparada persona que necesita tu ayuda, pero también recuerdan al timo de la estampita, porque la víctima se ve tentada por el dinero ajeno de un presuntamente desgraciado o desgraciada, como "Joline Andersen".

En todo caso, ningún email anónimo servirá para que recibas dinero, al contrario. Empezarán pidiéndote tus datos personales, porque ni siquiera saben quién eres y cómo te llamas, hasta llegar a los bancarios con la excusa de hacerte ingresos. El objetivo es tomar el control de tu cuenta y disponer de tu dinero.

Es siempre lo mismo con múltiples escenarios, generalmente con algo africano de por medio. Son fraudes siempre, aunque las cartas nigerianas de antes eran auténticas películas llenas de insólitas circunstancias a cual más desgraciada y por lo menos sonreías, pero esta tan simple, aunque es igual de falsa y fraudulenta, deja un poco frío. Y eso en una carta que presuntamente llega de África siempre es un fiasco.

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