Buzón de Voz

Tres frases obvias y una intención verdadera

Una semana después de la misa de campaña electoral de la plaza madrileña de Colón, Zapatero ha desgranado el durísimo sermón de los cardenales. Y les ha respondido como suele, eligiendo el florete y no la espada. Decir que "nadie puede imponer ni fe ni moral, sólo respeto a las leyes" es una obviedad. Proclamar que discrepa "absolutamente"  de los cardenales que vaticinan la "disolución de la democracia" por culpa del matrimonio homosexual, el divorcio y el aborto no es noticia. Si Zapatero coincidiera con ellos habría que exigirle la dimisión. Defender la "aconfesionalidad del Estado" y la "primacía de la sociedad civil" va en su sueldo.

De modo que lo más destacable de sus palabras no son las palabras mismas, sino  la intención última de colocar a cada santo en su peana. La Iglesia, a lo suyo, y el PSOE, a defender en su programa el laicismo en una sociedad libre y democrática que no comulga con una sola fe. Podría Zapatero decirlo más claro. Más alto no sabe hacerlo.

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