Buzón de Voz

Los etarras cantan, los demás respiramos

Es costumbre en las filas etarras cantar ante la Policía hasta que falte la respiración. Se supone que cada terrorista, cada comando, sólo tiene información parcial y puntual sobre la banda, de modo que la estructura de la organización no sufre mayor desgaste que la detención de alguno de sus miembros. Según el Ministerio del Interior, Martín Sarasola, detenido junto a Igor Portu el domingo en Arrasate, ha confesado que ambos integraban un comando apodado Elurra (nieve); que juntos colocaron la bomba de la T4; que planearon colocar otra para volar el aparcamiento a cielo abierto junto a El Corte Inglés de Nuevos Ministerios; que varios edificios de la city madrileña en el complejo Azca fueron analizados también como posibles objetivos; y que ellos mismos dejaron abandonada una furgoneta cargada de explosivos en Castellón cuyo punto de destino era el famosísimo emporio turístico de Marina D’Or. Es decir, al tal Sarasola, que tiene la cara plagada de hematomas aunque no ha denunciado maltrato policial, sólo le ha faltado reivindicar el secuestro de Madeleine.

Al margen de que se confirmen judicialmente sus declaraciones, lo importante de lo que trasciende es la demostración de la debilidad de ETA. Sarasola y Portu hacían de informadores, transportistas y comando asesino. Un pluriempleo desconocido en la banda, cuya reducida 'plantilla' parece verse obligada a hacer de todo.

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