Buzón de Voz

Oráculos al banquillo

Es falso ese cuento de que los mercados son entes abstractos, una especie de fantasmas inventados por la izquierda para poder culpar a alguien de las desgracias de la economía. Los mercados tienen nombres, apellidos, cara y ojos, a pesar de que sus protagonistas principales esconden a menudo la identidad a través de laberintos societarios. Del mismo modo que son identificables los titulares de fondos especulativos, también son conocidos los responsables de Moody’s, Standard & Poors y Fitch, las tres agencias de rating que se reparten el grueso de un fabuloso negocio mundial que consiste en valorar la solvencia financiera de Estados, bancos y empresas.

La enorme burbuja de las hipotecas basura y de los hedge funds, origen de la mayor crisis económica de las últimas décadas, habría sido imposible sin los informes que otorgaban la máxima calificación a esos productos. En lugar de rendir cuentas sobre la nula fiabilidad de su labor, las citadas agencias se dedican ahora a descalificar la solvencia de países que han tenido que endeudarse hasta las cejas para evitar el hundimiento total de sus sistemas financieros. La Audiencia Nacional tendrá que decidir, como otros tribunales en Estados Unidos o Alemania, si hay base legal o no para juzgar a esas agencias por el indudable roto que han causado en los bolsillos de los ciudadanos. Ya que el G-20 parece incapaz de refundar el capitalismo, quizás la Justicia pueda forzar algún paso imprescindible.

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