Buzón de Voz

Intervenciones, las justas

El propio Muamar Gadafi ofreció anteayer un sólido argumento para que los demócratas españoles (por pacifistas que sean) entiendan la necesidad de una intervención militar en Libia. El dictador comparó su entrada en Bengasi con la de Franco en Madrid en 1939, e imitó a la perfección el llamamiento a los "quintacolumnistas" partidarios de "liberar" la ciudad. Si las potencias democráticas no hubieran abandonado a su suerte al Gobierno legítimo de la República en 1936, probablemente el golpe no habría derivado en guerra civil ni el régimen franquista habría llegado a existir. La ONU se fundó en 1945 con el objetivo de preservar de la guerra a las siguientes generaciones, con la prohibición expresa de que sus miembros intervengan en los asuntos internos de los estados. Sólo en los últimos años se ha ido asentando en las relaciones internacionales y en la doctrina de la ONU la llamada "responsabilidad de proteger" a las poblaciones sometidas a genocidio o crímenes de guerra cuando sus propios gobiernos son incapaces de hacerlo o incluso protagonizan esos crímenes. Tal doctrina es coherente con la existencia y funciones del Tribunal Penal Internacional, y así debería admitirlo Estados Unidos, que sigue sin reconocer esa autoridad. A la ONU (y al Gobierno español) conviene recordarle que la "responsabilidad de proteger" no puede aplicarse de forma selectiva en orden a la influencia o soledad del sátrapa de turno. ¿Quién será el siguiente a Gadafi?

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