Buzón de Voz

Nucleares en frío y en caliente

Los focos se han desviado de Japón a Libia. La velocidad con la que hoy se fagocita la información permite que los ataques aéreos contra Gadafi dejen en zonas de sombra y lejanía las fugas de radiactividad en Fukushima y el pánico nuclear que hace tres días acaparaba la atención mundial. Lo cual no quiere decir que el problema desaparezca, como no desaparece la hambruna en África cuando los telediarios dejan de emitir imágenes de niños famélicos. Pasarán aún semanas o meses antes de conocer (si ello es posible) las consecuencias definitivas de lo ocurrido, pero en un punto coinciden expertos y responsables políticos de cualquier signo ideológico: Fukushima supone un punto de inflexión en el debate energético. El mito de una energía barata, limpia y segura se desvanece no sólo por el miedo colectivo a un cataclismo (improbable aunque posible) sino por la demostración de que se trata de un fabuloso negocio de costes públicos y beneficios privados. Merkel (en caliente y en precampaña) anuncia el cierre de las centrales alemanas más antiguas sin temor a que la acusen de "improvisar".

El PSOE está obligado a recuperar su compromiso con la sustitución progresiva de las nucleares, y el PP debería aclarar cuál es su apuesta. Rajoy encargó a FAES un programa radicalmente pronuclear, inspirado por altos cargos de las empresas energéticas. ¿Lo asume? La gente tiene derecho a saber lo que proponen sus representantes, en frío y en caliente.

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