Buzón de Voz

Requisitos previos para una historia sencilla

La historia de Alejandro Agag Longo puede parecer complicada, pero en el fondo es sencilla. Se trata de un simpático economista que sin haber cumplido los treinta años le llevaba el maletín al presidente del Gobierno. Ahora, con 37 recién estrenados, a nadie sorprendería que fuera el ex presidente del Gobierno quien sostuviera el maletín de Agag.

Tan meteórica evolución exige unos cuantos requisitos previos. Conviene llevar en la sangre un gen financiero, que en este caso procede del padre, ex secretario general del Banco Nacional de Argelia. Hace falta también una hormona política, que es cosa de madre, ex concejala del Partido Popular en Majadahonda (Madrid). Luego hay que estudiar Económicas, dominar tres idiomas y contar buenos chistes. Se apunta uno a las Nuevas Generaciones del PP, adquiere experiencia en Bruselas y, ¡zas!, de repente José María Aznar llama y te nombra ayudante personal en La Moncloa.

Ya se sabe que el amor no conoce edades ni respeta palacios, de modo que, casi sin enterarse, uno se ve de repente en el monasterio de El Escorial de protagonista de un casamiento que hace temblar la pequeña lápida de Felipe II. En los Gobiernos y en las bodas se conoce gente, así que luego ya es más fácil hacer negocios. Si además uno tiene el olfato de ver que un chaval llamado Fernando Alonso va a ser un monstruo del volante, perfecto. Un buen día hasta pueden sobrarte 500.000 euros en efectivo, que abultan en la cartera como unos donuts. Una cosa natural.

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