Buzón de Voz

El idioma común de la indignación

Si las finanzas, el comercio, las comunicaciones y hasta la seguridad funcionan de forma global, ¿por qué la expresión de la indignación no iba a ser global? Quienes despreciaron desde su origen al Movimiento 15-M en lugar de escuchar atentamente sus posibles significados han tenido que ir aplazando una y otra vez la celebración de su funeral. Primero creyeron que las silenciosas protestas acabarían el mismo día de las elecciones autonómicas y municipales de mayo. Después confiaron en que los calores del verano ayudarían a dispersar a tanto perroflauta empeñado en sacar los colores al sistema, pero resulta que nunca se habían producido manifestaciones tan concurridas en el agosto madrileño. Ahora andan diciendo que lo que se pretende es condicionar el resultado electoral del 20-N, aunque saben perfectamente que la convocatoria internacional de este 15-O fue acordada en la Puerta del Sol a finales de mayo, cuando ni siquiera Zapatero sabía aún qué fecha poner a los comicios. Lo cierto es que casi mil ciudades y pueblos de 82 países se suman hoy a la indignación inspirada en la Primavera Árabe y originada en Madrid, sin convocantes organizados detrás, sin estructuras políticas conectadas. Los principales actores de la crisis financiera han intentado diluir sus responsabilidades escudándose en el carácter "sistémico y global" del problema. Desde hoy saben que la exigencia de un cambio profundo también puede ser "global".

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