Buzón de Voz

La silla y el 2 de Mayo

Un asesor de Zapatero suele definir uno de los rasgos que le caracterizan del siguiente modo: "Cuando alguien se ha tirado quince veces por la ventana y ha caído de pie, es muy difícil convencerle de que bajar por la escalera resulta más seguro y no una pérdida de tiempo". La verdad es que no fueron pocos los dirigentes del PSOE, incluso miembros del Gobierno, que se llevaron un buen susto hace dos semanas al escuchar a Zapatero anunciar con absoluta rotundidad que España "tiene que estar y estará" en la cumbre de Washington. Y los temblores se extendieron al conocerse el formato decidido por George Bush para la famosa cumbre de "refundación del capitalismo": serían convocados los países del G-20, las mayores economías del mundo y las potencias emergentes. Nadie más. Muchos pensaron que esta vez el presidente podía partirse la crisma.

La llamada clave

Zapatero continuó insistiendo en que estaba "completamente seguro" de que España asistiría a esa cumbre, con silla, voz y voto. Lo decía públicamente y manifestaba la misma contundencia en privado ante sus propios ministros y compañeros de partido. Eso sí, no desvelaba las razones que le llevaban a arriesgar tanto.

Los temblores no cedieron hasta ayer mismo, cuando Nicolas Sarkozy confirmó oficialmente que cederá la silla de Francia para que el presidente del Gobierno español tenga voz y voto el próximo día 15 en Washington. El máximo mandatario galo acudirá en su condición de presidente de turno de la Unión Europea. Sólo falta la invitación oficial de Bush, pero ayer mismo un portavoz de la Casa Blanca confirmó que aceptaba la propuesta. ¿Por qué Zapatero se la jugó el pasado 21 de octubre?

La explicación, hoy, parece bastante clara. Aquel martes por la tarde se debatían en el Congreso los Presupuestos Generales de 2009. El presidente abandonó de repente el hemiciclo para hablar telefónicamente con Sarkozy. Luego convocó por sorpresa una rueda de prensa e hizo el arriesgado anuncio. No hace falta pasar por Harvard para deducir que Sarkozy ya se comprometió durante aquella conversación a dar el paso que ahora se confirma.

Éxito diplomático

Tras la cumbre europea de ayer en Bruselas, Zapatero se mostró más prudente que en los últimos quince días; agradeció la posición francesa y reconoció que la presencia final española resultaba "difícil". Es otro rasgo de Zapatero: disfruta mostrando humildad cuando el éxito está conseguido. Y hay que reconocer que, salvo sorpresas de última hora, se trata de uno de los mayores éxitos de la diplomacia española. O más bien del equipo responsable de política internacional en La Moncloa. Quienes conocen bien los circuitos internos sostienen que se nota la mano de Bernardino León, ex secretario de Estado con Moratinos y hoy al frente de la Secretaría General de la Presidencia del Gobierno.

Se trata de un éxito rotundo no sólo por la conveniencia de figurar en la foto que componen los líderes del mundo, sino porque esa presencia destroza uno de los ejes que el PP ha venido utilizando en su estrategia de desgaste del Gobierno. La tesis de que España no pinta nada en política internacional desde la cumbre de Aznar con Bush y Blair en las Azores (ni falta que hacía para el desastre que originó) se va al traste. Especialmente cuando Zapatero es aupado al escenario no sólo por un colega ideológico como puede ser el primer ministro británico, Gordon Brown, sino sobre todo por Sarkozy, referente de la derecha española (al menos hasta la tarde de la famosa llamada telefónica).

El PP ha apoyado oficialmente la pretensión del Gobierno de participar en la refundación del sistema financiero, pero varios de sus dirigentes lanzaban al mismo tiempo una batería de desprecios. Montoro definió a Zapatero como un "mendicante" y González Pons desarrolló un argumento sorprendente: "España debe estar en la cumbre de una manera digna, no en una silla prestada por Francia en el año del bicentenario". Sí, sí: se refiere al bicentenario de la Guerra de la Independencia, cuyas celebraciones han costado un pico a los contribuyentes madrileños para mayor gloria de Esperanza Aguirre y José Luis Garci. Que se preparen las tropas de Sarkozy, porque en el PP no están dispuestos a olvidar tan fácilmente el 2 de Mayo. ¿Quién dijo que el PP no apoya la recuperación de la memoria histórica? Una cosa es la represión franquista, que debe ser cosa de historiadores, pero que un gabacho le preste una silla a España... ¡Qué falta de dignidad!

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