Buzón de Voz

Esperando un Rato

Públicamente nadie confirma ni desmiente nada. En privado ya es otra cosa. Dirigentes de todos los sectores del PP reconocen que las citas electorales de 2009 condicionan el futuro de Mariano Rajoy y no pocos de ellos ven en la figura de Rodrigo Rato una de las bazas más firmes para optar a lo que todos ambicionan: recuperar el poder.

A día de hoy, el protagonista huye de los focos. Desde que abandonó la dirección del Fondo Monetario Internacional y regresó a España para dedicarse a la familia, los negocios personales y el asesoramiento de varios bancos, Rato sólo asoma de visita en algunos actos en los que escucha gritos o susurros de "Presidente, presidente" y hace mutis por el foro. Sus fieles, reubicados en despachos de la Comunidad de Madrid, en empresas privadas o en posición de descanso en la novena fila del Congreso de los Diputados, esperan tiempos mejores y comparten un análisis unívoco: "Rodrigo no está tramando nada, pero si el partido le reclama como figura de consenso, volverá a pelear por La Moncloa".

Tras el Congreso de Valencia, Rajoy no ha conseguido su objetivo prioritario: consolidar el liderazgo. El Gobierno sufre un desgaste, sí, pero casi la mitad de los votantes del PP no confían en las posibilidades de su líder. Por lo demás, a ciertas edades ya no se cambia, y mantiene Rajoy la nefasta costumbre de marear los problemas hasta que se resuelvan por esporas, o bien elige el peor momento para estar donde no debe o para no estar donde debería. Abraza y aplaude a un Carlos Fabra que ejemplifica todo aquello que habría que desterrar de la política y desaparece de su escaño a la hora en que se votan nada menos que los Presupuestos Generales del Estado.

A golpe de encuesta

Así las cosas, nadie conoce a nadie en el PP que niegue un vaticinio: si Rajoy no obtiene un buen resultado en las elecciones gallegas y vascas y no gana cómodamente en las europeas, su carrera política está acabada. Las encuestas sobre Galicia indican que puede ganar en votos, pero no gobernar. En el País Vasco confían en mantener más o menos su cuota pese a la fuga de María San Gil. Todo depende, por tanto, de las europeas. Dicen en su entorno que Rajoy prefiere esperar a la evolución de las encuestas antes de nombrar un candidato o candidata. Si el PP cree que las tiene ganadas, a Rajoy le interesará colocar a alguien muy cercano, de modo que el éxito sea suyo. Si las cosas pintan mal, preferirá a alguien significado en la competición interna cuya posible derrota no le salpique en demasía.

Un mal resultado en las europeas lleva inevitablemente a un congreso extraordinario a principios de verano o en otoño de 2009. Si Rajoy tira la toalla, Ruiz-Gallardón y Esperanza Aguirre saltarán al ring. Ninguno de los dos concentra un apoyo mayoritario del partido, y además en ese congreso no se trata de elegir a quien mejor maneje las riendas internas, sino a quien más posibilidades tenga de derrotar al PSOE en las generales de 2012. Puede surgir algún barón, incluso hay quien apuesta por la audacia de buscar al "Zapatero" de una derecha moderna.

La figura de Rodrigo Rato cumple varios requisitos que valoran incluso quienes no le rinden homenajes navideños: su nombre ofrece la credibilidad en materia económica que Rajoy no ha logrado y además cortaría de raíz cualquier sombra aznarista, puesto que ambos acabaron como el rosario de la aurora.

En política, uno de los factores más difíciles de valorar es la influencia de cuestiones psicológicas en las decisiones tácticas y estratégicas. A sus 60 años, probablemente Rato no tiene la menor necesidad de volver a la primera línea de fuego. Pero hay una espina clavada. Contribuyó decisivamente a colocar en el poder a un Aznar a quien siempre consideró menos capacitado política e intelectualmente que él; incluso cierta diferencia clasista establecía una brecha que a ambos incomodaba. Cierto desprecio de Rato hacia Aznar y grandes recelos y desconfianzas de Aznar hacia Rato. Fue el único ministro que reprochó a Aznar a la cara que su política sobre Irak llevaría al PP «a un absoluto desastre».

La soberbia y la buena memoria alimentan el rencor y nublan el conocimiento. Aznar señaló a Rajoy como sucesor creyendo que todo estaba ganado por su santa voluntad y dejó a Rato fuera de juego sin contemplaciones. O mucho han transformado a Rato el yoga y su segunda juventud sentimental, o no despreciará la posibilidad de vengar aquella afrenta.

Más Noticias