Cartas de los lectores

19 de noviembre

Cuanto menos sabemos, más felices somos
En mi casa siempre se ha dicho que quien quiere saber se merece el castigo de saber. Cada día parece más difícil creer, por ejemplo, que nuestro país mejorará con otro partido al mando. Cuanto más escucho a los líderes de los partidos aspirantes al Gobierno, más leo sus propuestas, más me empapo de lo que pasa a su alrededor y más me hago consciente de lo que hemos vivido, lo que estamos viviendo y lo que nos queda por vivir, más difícil me resulta pensar que todo irá bien. Parece que la población ha oído la palabra "cambio", ha dejado de escuchar y se ha lanzado a una solución aparentemente fácil. Sin duda, parece haber un convencimiento y una seguridad arrolladoras, pero pongo la mano en el fuego con que la mayoría no se ha informado de ninguna propuesta. Cada vez parece más claro que el desconocimiento nos está llevando por un camino muy concreto por el hecho de no escuchar y de querer una solución rápida.
Adriana Castillo García
Badalona (Barcelona)

¿Cómo es posible que digan todo lo que dicen?
¿Cómo puede el PP hablar de la crisis del ladrillo cuando en España el boom inmobiliario empezó al declarar Aznar todo el suelo urbanizable? ¿Cómo puede Rajoy minimizar el cambio climático si está probado científicamente? ¿Cómo puede el PP hablar de democracia cuando los únicos debates que ha habido se han producido cuando gobernaban los socialistas? ¿Cómo puede criticar al Gobierno por la deuda cuando Madrid y Valencia son las comunidades más endeudadas?
¿Cómo puede el PP decir sin sonrojarse que la disminución de impuestos beneficiará a todos por igual? ¿Cómo puede criticar el déficit cuando su reducción del déficit se basó en vender las empresas públicas rentables? ¿Cómo puede criticar el sistema educativo y sanitario cuando el PP privatiza la educación y la sanidad donde gobierna? ¿Cómo puede el PP hablar de servicios sociales cuando no aplica la Ley de Dependencia?
Javier Ángel García Santos
Logroño (La Rioja)

No nos engañemos a nosotros mismos
Europa agoniza entre las garras de los especuladores financieros, eufemísticamente denominados mercados, y cada vez está más claro que el responsable no es Zapatero ni tampoco la solución se llama Rajoy.
Esta semana estamos escuchando en boca de técnicos y especialistas económicos que lo que España necesita es un Gobierno de coalición que agrupe nuestras fuerzas políticas en un único sentido de lucha contra esta crisis, y no creo que Rajoy sea el líder adecuado para este menester que requiere diálogo, negociación y destreza en las relaciones con el resto de aliados europeos.
La próxima consulta de las urnas puede ser decisiva para nuestro futuro como país y nos afectará a cada uno: ya no es hora de cabreos, sino de pensar con la cabeza bien fría a la hora de ejercer el voto pero, sobre todo, votar, ya que votando al menos no nos remorderá la conciencia cuando el PP comience a tomar las medidas que su programa oculta pero que en estos días están ya anunciando De Cospedal y Aguirre, que anticipan luchas y algaradas en las semanas siguientes de comenzar a hacer las cosas como dios manda. Engañarnos, nos engañarán, pero no nos engañemos nosotros mismos con la abstención.

Eduardo Gonzalo Ugarte
Madrid

Es la democracia, estúpido
En los últimos días se nos abrumó con un sinfín de encuestas que pronosticaban el vencedor de las próximas elecciones.
La reflexión que propongo es otra: después del 20-N, ¿nuestra democracia será más o menos fuerte? La realidad nos está mostrando cómo la democracia, tal como la hemos entendido hasta ahora, está desapareciendo. Los poderes financieros, de forma lenta pero inexorable, están mostrándonos sus cartas: la democracia y sus intereses son incompatibles, por lo tanto hay que dar paso a otras formas de Gobierno más parecidas a un despotismo ilustrado, o mejor aún, a una plutocracia. Esto se traduce en que hay que poner al frente de los gobiernos a "técnicos ecuánimes"; los ejemplos de Grecia e Italia puede que no sean los últimos.
La democracia ha sido puesta en cuarentena por los que de verdad mandan en el mundo, votar el día de las elecciones es un acto democrático al que ni podemos ni debemos renunciar, pero es un acto claramente insuficiente. La democracia hay que defenderla dotándola de contenido y significado para la solución de los problemas y mediante la movilización social, nuestra única y mejor arma como ciudadanos para fortalecerla.
Horacio Torvisco Pulido
Alcobendas (Madrid)

La calidad en la enseñanza pública
Si la presión de la escuela privada y sus estándares mínimos (clase de familias-clase de alumnos) dejan fuera a los que están por debajo de esos estándares, es necesario incrementar la calidad en la pública para garantizar eficazmente el derecho a una enseñanza de calidad y contraponerlo al negocio de la privada.
Pero, ¿qué es calidad en la enseñanza? Que los alumnos quieran aprender depende del grado de confianza que hayan ido construyendo durante su infancia y del interés por descubrir y explicarse el mundo en el que se encuentran, es decir, hay que invertir en una escuela infantil y primaria, abierta al barrio y con apoyo a las familias.
El que los profesores sepan enseñar, entender y atender al alumno significa formarse en los usos de la pedagogía, en las dinámicas grupales en un aula con el número de estudiantes que lo haga posible. Es decir, invertir en una formación eficaz y reducir las ratios.
Jesús Cabero Álvarez
Madrid

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