Cartas de los lectores

22 de octubre

La Ley del Aborto
Tengo una pregunta sobre la marcha contra la Ley del Aborto: ¿acaso dice la norma que todas estaremos obligadas a abortar? De no ser así, no encuentro mucha razón en la manifestación. La ley dice que si tú no quieres, no abortas y, si decides abortar, tienes las garantías para hacerlo. ¿Cuál es el problema?
Todo el mundo opina (y presiona) cuando se trata del derecho de la mujer. Nosotras tenemos derecho a elegir qué hacer con nuestro propio cuerpo.
Yanina Yolanda Bottarini / El Prat de Llobregat (Barcelona)

Presupuestos
Ahora que se están debatiendo los Presupuestos Generales del Estado, quizá sea el momento de poner sobre la mesa la supresión de las cláusulas de suelo de las hipotecas. Son abusivas. Su eliminación inyectaría liquidez a muchas familias (en muchos casos, más que la deducción de los 400 euros) y mejoraría el consumo. Los únicos perjudicados serían los bancos y cajas de ahorro (es justo que arrimen el hombro para salir de la crisis, como se nos pide a los demás).
Me gustaría que con medidas como esta nuestros políticos eliminaran estos abusos impuestos por los bancos y cajas a los ciudadanos.
Javier Pascual Burillo / Villacañas (Toledo)

La polio
Como miembro de la Asociación Afectados de Polio y Síndrome Postpolio, agradezco la atención prestada a uno de los dramas más silenciados y desconocidos de la posguerra.
Querría añadir al reportaje de Público el hecho de que con el pacto francoestadounidense, aparte de la victoria real, se franqueó la entrada de ciudadanos civiles y militares en España que traían con ellos, si no la libertad y los dólares que repartieron al resto de Europa, sí el apuntalamiento definitivo del fascismo y parte de su epidemia de polio que nos pilló absolutamente inermes en lo sanitario. Mis dos piernas son el testimonio de ese contagio provocado en 1954.
Ley de Memoria Histórica. Daños por virus de la polio. Trabajo para Garzón y otros quijotes.

Rosendo Solé Sainz / Madrid

Millet y compañía
El juez deja libres y sin fianza a Fèlix Millet y Jordi Montull, acusados de apropiación indebida (varios millones, aún no se sabe cuántos) y falsedad documental.
Las cámaras han mostrado a los imputados saliendo del juicio con aspecto risueño, ya que pueden seguir campando a sus anchas y gratis. Su señoría también sigue campando a sus anchas.
Jordi S. Berenguer / Barcelona

Nos siguen explotando
Soy un trabajador de 59 años. En mi vida he cotizado a la Seguridad Social más de 44 años, por lo que revindico –al igual que otros muchos– que esto se tenga en cuenta a efectos de la jubilación. Un trabajador con estos años cotizados ha amortizado más que de sobra sus prestaciones y debería tener la opción de jubilarse con el 100% ya tenga 58, 60 o 64 años.
En los años sesenta y setenta, por desgracia, muchos tuvimos que comenzar a trabajar a los 14 años y es de justicia que se contemple esta reivindicación por entender que esta generación ha aportado suficiente riqueza al país. El Gobierno tiene que ser agradecido y no seguir permitiendo la explotación a nuestra generación.
Luis Vicente López / Galdácano (vizcaya)

La prostitución
El Sr. Julio Loras publica, en esta sección, un intento de crítica de mi artículo "El debate de la prostitución" (Público, 13 de octubre). Dadas las confusiones conceptuales en que incurre, por otra parte con pretenciosa seguridad, creo conveniente ilustrarle. El trabajador no vende su fuerza de trabajo, como mera capacidad, como pura potencia, según cree el Sr. Loras, sino como ejercicio de la misma, durante la jornada laboral, cuya prolongación produce la "plusvalía relativa".
El trabajo es una actividad, aunque el Sr. Loras lo ignore. Y el proletario lo que no vende, en modo alguno, es su propio cuerpo. Afirmar que no hay "diferencias insalvables", como pretende, entre una fábrica y un burdel representa una aberración. En tal caso, el hecho de que un empresario utilizara a sus trabajadoras –o trabajadores– sexualmente no sería un repugnante abuso, sino algo normal. Una cosa es la explotación capitalista del trabajo y otra, aún peor, la explotación sexual de un ser humano. No degrademos, en beneficio del negocio de los proxenetas, la dignidad de los trabajadores y trabajadoras.
Carlos París / Madrid

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