Realpolitik

Madrid, rompeolas de todas las izquierdas

Hablaba en mi último artículo en esta, su casa, de las distintas formas que nos encontraríamos hoy en los medios de comunicación de medir la victoria electoral unas elecciones triples que además han tenido tantas aristas como batallas electorales se han producido en nuestros pueblos y ciudades.

Si atendemos a los fríos números, la victoria del PSOE es tan aplastante como incuestionable, los socialistas han avanzado posiciones en todos lados, han arrasadoen las europeas, han mejorado sustancialmente su posición en casi todas las comunidades autónomas y a falta de datos definitivos, han conseguido más concejales y conseguirán más alcaldes que nadie.

Y entonces, ¿Por qué esa sensación de derrota y desasosiego que ha empañado la victoria electoral hasta el punto de que no ha habido celebración relevante alguna en la calle Ferraz? La respuesta sólo puede ser una: Madrid.

Es en Madrid, en su comunidad y en el ayuntamiento de la capital donde se ha fraguado la batalla electoral más dura, oscura y compleja de todo nuestro país, con escaramuzas entre bloques ideológicos, celadas dentro de cada bloque y asaltos a mano armada incluso dentrode cada partido.

Es en Madrid donde se más han fajado los líderes nacionales de los partidos, donde más emboscadas se han producido, y donde mayor número de bajas han tenido que asumir los ejércitos contendientes.

Es en Madrid donde Pablo Casado se jugaba su supervivencia, Albert Rivera el liderazgo de la derecha y Pablo Iglesias se jugaba... bueno, en realidad Pablo Iglesias solo se jugaba el tono y materiales de su ataúd político.

Y cuando se ha despejado el humo que cubría el campo de batalla tras una tarde y una noche en las que las victorias del PSOE se contaban por decenas, Madrid ha emergido llenando todos los informativos, todas las tertulias, todas las conversaciones de los ciudadanos.

Y no se crean ustedes que es por el centralismo que azota nuestro país y del que tanto aborrecemos los chicos de provincias como yo, sino porque la batalla por Madrid no ha sido solo electoral, ni siquiera ha sido exclusivamente política, sino fundamentalmente porque estamos hablando de una batalla simbólica, y además donde a priori más igualadas se presentaban las elecciones con una derecha deprimida quedefendía la comunidad y una izquierda dividida que defendía el ayuntamiento.

El PSOE ha ganado, sin duda, pero el PP de Pablo Casado salva los muebles in extremis doblegando a un Albert Rivera, que ( también en Madrid) apostó todas sus fichas en una estrategia de tierra quemada frente al PSOE para a superar al PP y al que ahora no le quedará más remedio que chupar rueda dando oxígeno a su principal rival, que además dispondrá de un altavoz mediático tremendamente poderoso desde donde hacer oposición a Sánchez.

Y finalmente es en Madrid, donde Pablo Iglesias ha conseguido finalmente vengarse de Manuela Carmena dándole una certera puñalada a través de su alfil Sánchez Mato y sin importarle lo más mínimo tomar como rehenes de sus inquinas personales a más de 6 millones de madrileños, que van a vivir bajo dos gobiernos apoyados por Vox mientras él disfruta de ver a la díscola Carmena y a su equipo salir del palacio de Correos y sentarse en la oposición de la asamblea.

Y para finalizar una última reflexión, creo que relevante, de las ruinas de la batalla de Madrid solo hay un líder político que sale no solo indemne, sino reforzado: Iñigo Errejón.

Mientras Iglesias acababa con su escaso crédito político impidiendo que la izquierda gobierne en Madrid, la emergencia de Iñigo Errejón con su fulgurante aparición consiguiendo 20 diputados en uno de los escenarios más complicados de toda España nos vuelve a mostrar que hay espacio político para un proyecto político transversal a la vieja izquierda, que busque construir hegemonía ( más atendiendo a Laclau que a Gramsci) sumando talento, generosidad, realismo e innovación. Y no estoy hablando solo de Madrid.

La política es un juego cruel, pero si algo he aprendido durante estos años que he estado en su trastienda es que toda crisis, si se interpreta correctamente es también una oportunidad, y lo que hemos vivido anoche en Madrid, el peor escenario electoral para la izquierda Madrileña nos muestra una gigantesca ventana llena de oportunidades.

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