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Símil arquitectónico

EL JUEGO DE LA CIENCIA // CARLO FRABETTI

* Escritor y matemático

Hace unas semanas, mi querido y admirado colega Manuel Lozano Leyva tuvo la osadía de lanzarme un desafío matemático, al que respondí con presteza (ver Desafío a Frabetti, 11-9-10, y El pelo de la princesa, 12-9-10), y ahora es mi turno de lanzarle a él un desafío físico (relativo a la Física, quiero decir: de momento no es probable que lleguemos a las manos).

Aunque un tanto trasnochado, es bien conocido el "símil hidráulico" al que algunos libros de Física recurren para facilitar la comprensión del comportamiento de la electricidad (y es que el mero hecho de que hablemos de "corriente eléctrica" indica que, en el imaginario colectivo, la electricidad es como un fluido invisible que corre por las angostas tuberías de los cables de cobre). Dos depósitos de agua situados a diferentes alturas constituyen una adecuada metáfora de la diferencia de potencial o tensión entre dos polos; el volumen de líquido que sale de un grifo –es decir, que fluye por una cañería– en un segundo es el equivalente visible de la intensidad; y para imaginar la resistencia que ofrece un conductor al paso de la electricidad, nada mejor que pensar en la que un tubo opone al fluir del agua corriente.

La ley de Ohm –o lo que es lo mismo, la ecuación fundamental de la Electricidad–, que dice que la intensidad de una corriente eléctrica es igual a la diferencia de tensión (voltaje) entre los extremos del conductor dividida por su resistencia (I = V/R), también se cumple, mutatis mutandis, en un circuito hidráulico: el caudal (intensidad) es directamente proporcional al desnivel (diferencia de potencial) e inversamente proporcional a la resistencia del tubo o el cauce por donde fluye el agua. Tan idóneo es el símil hidráulico, que se puede aplicar incluso a los circuitos en paralelo o al funcionamiento de los transistores.

Lozano, que es novelista además de físico, sabe bien que en la jerga del sufrido gremio literario se suele hablar de la "arquitectura" de la novela y de la "cocina" de la escritura. Y como en su desafío él unió lo matemático y lo poético, yo, para no ser menos, voy a unir lo físico y lo narrativo. Lo reto a brindarnos un símil novelesco-arquitectónico (o culinario) de la Física. O sea, a describir de forma literaria la arquitectura del edificio de la Física y/o la cocina de la investigación científica. No es fácil sostener todo un edificio con una columna. Pero para eso es el Lozano andaluz, y tendrá que hacer honor a su nombre. Y a su adjetivo.

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