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Metaconciencia

EL JUEGO DE LA CIENCIA // CARLO FRABETTI

* Escritor y matemático

Las dos últimas columnas han suscitado un amplio debate (ver blog) sobre la sincronicidad, las coincidencias extraordinarias, el azar... Y al final, como siempre que se husmea en los recovecos de la mecánica cuántica, ha surgido el problema de la conciencia. Y, como quien no quiere la cosa, se ha planteado una cuestión que en sí misma podría ilustrar el tema de la sincronicidad, pues de un tiempo a esta parte aparece de forma recurrente en los más diversos foros y con los más variados pretextos: ¿piensan los animales?
En su afán de conservar el monopolio de la racionalidad y el cetro de "rey de la creación", el ser humano siempre se ha empeñado en marcar la diferencia con los demás animales. Hasta hace poco, se solía decir que solo los humanos utilizan herramientas; pero ahora sabemos que algunos primates, sobre todo los chimpancés y los bonobos, las usan habitualmente e incluso las fabrican.
El lenguaje parecía el último baluarte de la excepcionalidad humana; pero los grandes simios y los cetáceos poseen una notable capacidad lingüística. Algunos bonobos comprenden del orden de mil palabras y pueden utilizar adecuadamente (en forma de lexigramas) unas trescientas: solo les falta hablar, como suelen decir quienes están orgullosos de sus mascotas. ¿Qué habría pasado si los grandes simios hubieran tenido un aparato fonador apto para la producción de palabras?
Para nosotros los humanos, es tan grande la medida en que el pensamiento y la comunicación dependen de nuestro maravilloso lenguaje doblemente articulado, que nos cuesta imaginar que pueda haber auténtico pensamiento y comunicación real al margen de las palabras; sin embargo, algunas de las formas de pensamiento más sutiles y poderosas se desarrollan fuera del ámbito lingüístico. Oigamos a Einstein: "Las palabras o el lenguaje, tal como se escriben o hablan, no parecen jugar ningún papel en mi mecanismo mental. Las entidades físicas que al parecer me sirven como elementos de pensamiento son, en mi caso, de tipo visual y muscular. Los términos convencionales, u otros signos, he de buscarlos trabajosamente en una segunda etapa".
Pero el lenguaje sí parece imprescindible para reflexionar sobre la propia conciencia. Muchos animales son conscientes de su existencia, y algunos son incluso conscientes de su individualidad; pero para afirmar "Pienso luego existo" es probable que sea necesario un lenguaje tan complejo como el nuestro. Y tal vez esta "metaconciencia" (la conciencia de la propia conciencia) sea el último reducto de la singularidad humana. De momento.


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