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La arqueoastronomía

EL ELECTRÓN LIBRE // MANUEL LOZANO LEYVA

* Catedrático de Física atómica, molecular y nuclear en la Universidad de Sevilla

La arqueoastronomía es el estudio de los conocimientos astronómicos alcanzados por las civilizaciones antiguas. Es un campo rico porque casi todos los pueblos escudriñaban el cielo nocturno con un rigor asombroso. Aunque era frecuente relacionar dicho estudio con las creencias mágicas, había un interés práctico: el establecimiento del calendario para regular las actividades agrícolas y fiscales. La siembra, la recolección o la recaudación han de ser regulares y nada mejor que los movimientos periódicos de los cuerpos celestes para regularlas.
La arqueoastronomía ha alcanzado hoy día un alto grado de credibilidad, sobre todo desde que descubrió que cualquier patrón aleatorio estudiado a fondo puede mostrar alguna regularidad, por lo que es fácil caer en trampas al tratar de encontrar significados astronómicos a orientaciones, inscripciones, huecos y dimensiones de monumentos antiguos.
Los anasazi eran los ancestros de los indios navajos extinguidos antes de llegar los españoles a lo que hoy es Nuevo México. Este pueblo agrícola sabía prever el ciclo draconítico lunar. El plano de la órbita de la Luna en torno a la Tierra está inclinado unos cinco grados respecto a la eclíptica, o sea, el plano que forma la órbita de la Tierra con el Sol.
La intersección de las trayectorias en ambos planos define dos puntos cuyas posiciones coinciden en un periodo de unos 18,6 años. La única aplicación que podría tener conocer el ciclo draconítico era predecir los eclipses, porque estos tienen lugar cuando el Sol, la Tierra y la Luna están exactamente en una línea. El término draconítico se refiere al dragón mitológico que vive en esos puntos y regularmente se come el Sol o la Luna durante el eclipse.
¿Para qué querían predecir los navajos primitivos los eclipses? Quizá para asuntos religiosos, no se sabe, pero lo que es indiscutible es que lo sabían hacer. El caso es que se extinguieron y quizá no fuera ajeno a ello que no llegaran a conocer la metalurgia, la escritura, la rueda o la moneda. Por cierto, también se habla como causa de su extinción un cambio climático. Pero la pregunta clave es si los anasazi prosperaron porque algunos de ellos se dedicaban a responder preguntas aparentemente inútiles como determinar la duración del ciclo draconítico o si fue al revés.
Porque eso lleva a preguntarnos si solo las sociedades prósperas pueden permitirse que en algunas de sus universidades haya quien estudie la astronomía de los antiguos navajos o es que dichas sociedades destacan porque siempre han tenido inquietudes intelectuales tan poco pragmáticas como esas.


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